A ti te entrego las llaves: en tus manos pongo la creación entera, también mi Reino, mis ilusiones, y mi confianza y palabra de Padre. Te hago portero de esperanzas y proyectos para que te sientas libre y responsable. Llaves para abrir las puertas cerradas, los corazones duros e insolidarios y todos los secretos fabricados. Llaves para repartir los bienes de la tierra, todo lo que puse y produce, sin que te sientas ladrón de haciendas. Llaves para mostrar todos los tesoros de arcas, baúles y bibliotecas, y poder sacar las cosas buenas. Llaves para dar a conocer los misterios de la ciencia y desenredar conciencias. Llaves para abrir lo que otros cierran –bancos, fábricas, fronteras e Iglesias–, quizá tu casa, tu patio, tu cuenta. Llaves para entrar en cárceles, quitar trabas, soltar cadenas, anular grilletes, conocer mazmorras. Llaves para perdonar barbaridades, quitar miedos y culpabilidades y andar erguido y sin genuflexiones. Llaves para que nadie encue...