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Homilía 5º domingo de cuaresma B
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Jr 31, 31-34: Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Sal 50, 3-4.12-15 Oh, Dios, crea en mí un corazón puro Hb 5, 7-9: Aprendió sufriendo a obedecer. Jn 12, 20-33. Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo Las lecturas de este domingo, último de Cuaresma, nos ponen ante algo por comenzar, ante algo nuevo: el comienzo de la vida eterna, de la glorificación de Jesús, del fruto esperado; ante la meta del camino recorrido durante este tiempo, que se vislumbra cercana. El final está asociado a un comienzo. Una vida sembrada, que fructifica. Queremos ver a Jesús es la petición de los griegos a Felipe. Y la respuesta de Jesús ante esa petición es parecida a la que da a los discípulos de Juan, cuando le preguntan dónde vive. Entonces es una invitación: Venid y lo veréis. Ahora Jesús ofrece la invitación completa: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo… También nosotros a lo largo de nuestra vida hemos hecho esa misma petición: Quisi
Jon Batiste & Stay Human; XVI Festival Internacional Jazz San Javier; Part III
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