El placer de servir


Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que apartó la piedra del camino,
el odio entre los corazones
y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y la de ser justo;
pero hay, sobre todo, la hermosa, la tan inmensa alegría de servir.
¡Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender!
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles.
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios que son buenos servicios:
adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.
Aquél es el que critica,
éste es el que destruye,
tú sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamársele así: «El que sirve».
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos
y nos pregunta cada día:
«¿Serviste hoy?
¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?»

Gabriela Mistral

Comentarios

  1. También yo he de ponerme al servicio.

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  2. También yo he de ponerme al servicio.

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  3. También yo he de ponerme al servicio.

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  4. También yo he de ponerme al servicio.

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  5. Precioso, ideal, pero no veas el peso que carga sobre la persona que siempre está dispuesta a servir, porque llega un momento en que tendrá que parar de hacerlo para dedicarse un segundo a si misma, que también es importante.
    Es difícil intentar servir cada día, ayudar, ponerte a disposición de todo el mundo y hacer todo lo que puedes por los demás, al mismo tiempo que llevas tu carga diaria, porque poco a poco, pasa de ser un servicio a ser una obligación que se suma a tus muchas ocupaciones, y llega un momento en el que te asfixias.
    Ufff... Es que estoy muy cansada ¿Se nota?

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  6. No niego que sea un placer servir, lo es, y muy gratificante, pero creo que tenemos que aprender a medir ese servicio.

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    Respuestas
    1. El amor del Señor es un amor sin medida. Es es el que se nos pide aprender. Somos más nosotros en la medida que servimos. Nuestro descanso es necesario, no para nosotros, sino para ser más y servir mejor

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