Feliz año nuevo, en pijama

Me carga cada vez más la manera prosaica de celebrar estas fiestas de diciembre y enero, entre otras cosas porque con la edad uno se vuelve más frugal, y me resulta imposible digerir la cantidad de comidas "obligadas" que se supone hemos de hacer con profusión pantagruélica de manjares, que nos llevan a repetir menú -comiendo de sobras- semanas y semanas, así que procuro ceñirme a lo esencial: Su contenido religioso, que es lo que yo celebro. Navidad, Santa María - Año Nuevo, Epifanía. No obstante, en esa celebración cabe también la reunión familiar, en Nochebuena, y la que nos congregará el día de Reyes a toda la familia. Son momentos de anclaje de las relaciones familiares que hay que vivir a lo largo de todo el año. Bien es verdad que en mi familia no necesitamos llegar a estas fechas, porque buscamos -con ocasión o sin ella- la forma de reunirnos periódicamente en torno a la mesa y a la larga sobremesa.

Estos días traen también la ocasión para el encuentro sereno con amigos, normalmente también alrededor de la mesa y la sobremesa, sin más pretensión que degustar el encuentro por encima incluso de la comida, que solo es una excusa para lo otro.

Así que, normalmente, el cambio de año me pilla en la más confortable de las situaciones imaginables: uvas en ristre, algún dulce elegido, por aquello de que uno es goloso, cava a la mano, y pijama ya puesto, música seleccionada, en buscada soledad. Un lujo que no tiene precio, y que permite tomar conciencia de ese cambio de año en profundidad, agradeciendo, recordando, proyectando, y descansando de ajetreos. Lo más discordante es el continuo e insoportable petardeo de cohetes, petardos y bengalas que tarda en desaparecer y hace costoso eso de conciliar el sueño, aunque sea a deshora, pero ¡qué se le va a hacer!

Y además -regalo añadido- puedo ser de los primeros en disfrutar el primer día del año nuevo: del sol que luminosa y habitualmente acude puntual a ese amanecer de estreno; de la celebración de la Eucaristía, siempre novedosa, y del concierto de Año Nuevo en casa de unos amigos -de nuevo el encuentro- mientras saboreamos un vino de la tierra, antes de cambiar de compañía para una amistosa y tradicional comida de Año Nuevo.

Sé que os doy envidia; lo sé, pero... ¡qué se le va a hacer! vosotros tendréis que arreglaros, vestiros, salir, disfrazaros, pasarlo genial aunque no toque, encontraros en compañías no siempre deseadas, y volver después cansados a casa para dar por perdido el día siguiente entre bicarbonato, cansancio y somnolencia. Y empezáis el año con un día, al menos, de retraso, y poca sonrisa en la mirada.

Sé que os doy envidia; lo sé. Así que os desearé a todos los que en vuestro peregrinar hacéis parada y fonda en estos lares un Feliz Año Nuevo, empiece como empiece. Aunque si podéis, probad mi fórmula. Seguro que el siguiente año repetís.

Comentarios

  1. Un secreto, Fernando, y un favor: el día de Reyes será nuestro 40 aniversario de bodas; tenlo presente y pide (tú que tienes mano) por nosotros, para que se nos conceda, siendo una misma carne, muchos años más. Rubrico lo que dices de los excesos y ya no están los cuerpos para bacanales. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Feliz año nuevo, Francisco. Tendré presente la ocasión, no lo dudes.

      Eliminar
  2. A mi no me das envidia, so melón. ¿Sabes por qué? Porque a veces, tengo la suerte de disfrutar de esas comidas o sobremesas contigo.
    Es verdad que es un tiempo extraño, aunque este año lo estoy disfrutando poco, pero otro año será mejor.
    Feliz año nuevo
    Y a ti, Francisco, que disfrutes de tu aniversario.
    Mil besos

    ResponderEliminar
  3. Feliz año nuevo, por aqui tambien ,goloso, jejeje.

    ResponderEliminar
  4. Pues sabes qué te digo? "que el que solo se desea solo se vea". No hay cosa más desagradable que estar "tan solo"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. a ver anónima; que sé quien eres. No hay nada más agradable que la soledad buscada ni nada más necesario que eso, de vez en cuando, para poder saborear los encuentros después. Pero eso tendrás que aprenderlo. Y cuesta, sobre todo cuando se vive en la bulla continua que impide adentrarse en la vida de verdad. Y "tan solo" es una apreciación que no responde a la totalidad de la vida, así que espero verme solo cuando me deseo ver solo, por muchos, muchos años. Igual que espero verme con los demás cuando me deseo ver con ellos.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme