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Homilía domingo 33 T.O. Jornada Mundial de los pobres
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Hoy celebramos la Jornada Mundial de los Pobres. No deberíamos pensar en esta jornada como algo que celebrar -porque siendo sinceros quizá no tenemos demasiado que celebrar-, sino como un aldabonazo a nuestra conciencia para recordarnos cuanto queda aún para que nuestra Iglesia sea realmente la Iglesia de los pobres, la Iglesia pobre de Jesucristo. Es una jornada para repensar nuestra necesidad de conversión, y para animarnos a recorrer el trecho que aún nos separa de vivir realmente una amistad fraterna con los pobres, para que puedan sentirse entre nosotros como en casa, en su casa. La palabra de Dios nos pone, cercano ya el fin del tiempo litúrgico ante esta necesidad de conversión, porque nos hace consciente de cómo nuestro estilo de vida va en una dirección contraria al sueño de Dios. El tiempo de la gran angustia de que nos habla Jesús en el evangelio nos da pie para ponerle nombre a nuestra aventura humana: un mundo que ha perdido y trastocado las referencias, donde se imponen