Carta a mi vecina


Querida vecina: en este día más que primaveral, en medio del invierno, como bien recoge nuestro amigo Forges, y haciendo uso del catarro que la viñeta trae asociado inevitablemente y yo sufro, tengo que continuar la charla mensafónica interrumpida por las horas esdrújulas, como dice Manolo, para trasladarte en mi calidad de abuelo algunas reflexiones para tu buen gobierno, ya que la inexperiencia de tu mocedad puede hacerte caer en errores vitales que, consejos buenos, te pueden evitar.
Ya ves, licencias que uno se puede permitir por aquello de la edad.
Espero que los recibirás como un regalo, pues con ese ánimo van, y que sabrás atesorarlos para que cuando, transcurrido el tiempo, llegues a mis años, puedas sentir que los has vivido con provecho, y sobre todo que quieres vivir aún más. Como verás, hacemos caso, y los mayores cuidamos de los pequeños.
El primero es que aprendas de ellos; de tus mayores. Aprender no es copiar. Porque algunas cosas mejor no repetirlas. Aprender es llenar el zurrón con lo que entra, pero también vaciarlo de lo que sobra. Y lo segundo es casi más importante, porque si no, cuando quieres echar en él algo bueno de veras, te puedes encontrar que no hay espacio, y mientras lo haces, "a los pulgones les salen bigotes". La cuaresma es tiempo de vaciar zurrones.
Aprender también de los pequeños, porque a la vida -a la nuestra- le pasa como a los monumentos histórico artísticos, que con el paso del tiempo, y de la vida, el original, aunque precioso, se queda escondido bajo capas de pintura, y de mortero, y de cal, y de años, y eso solo saben apreciarlo los más pequeños, que son los que rascan y rascan hasta hacer un desconchón que permite ver lo que estaba oculto y merece la pena recuperar. A veces hay que dejarse desconchar por ellos para recuperar la frescura original. La cuaresma es tiempo de escuchar, de escuchar a mayores y pequeños.
El segundo consejo es consecuencia del primero: A poco que aprendas -que tú eres lista- descubrirás que no se puede vivir sin amor, y que no hay nada en la vida lo suficientemente valioso como para vivir sin amor. Aunque esto, tú, seguro que ya lo sabes, igual que sabes cuanto hay de entrega, de expropiación de la propia vida en el amor, así que no sigo. Si no fuera para poner a punto el amor, la Cuaresma sería muy, muy triste. Menos mal que no es así.
Y un tercero: "siempre que llueve escampa". Ya sé que te gustó, pero el consejo es el que sigue: que mientras escampa o no, hay que hacerse con un buen paraguas (también lo decía mi amigo). La cuaresma es tiempo de espera del arco iris.
Pues ese es mi regalo: Tres consejos, y una cuaresma. Feliz cumpleaños, peque.

Comentarios

  1. Y mientras espero el arco iris gracias por permitir que lea cosas tan hermosas.
    Gracias

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  2. Anónimo7/3/07, 0:11

    Hacía tiempo que no recibía una carta, y hoy he empezado el día con esta bonita sorpresa. Sabías que me iba a gustar, y me ha emocionado, tú has sido testigo de ello.
    Una cuaresma y tres consejos...trataré de hacerte caso, y más cuando los consejos provienen de "mis mayores". Ya sabes, esto lo digo en tono cariñoso.
    Huy, y sin darme cuenta ya estoy siguiendo la primera de tus recomendaciones: escuchar.
    Pero tengo que reconocer que alguna me va a resultar más difícil de cumplir que las demás, ¿sabré deshacerme de lo realmente inservible?.
    Te iré contando.
    Mil gracias por tu regalo.

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