Es Pascua. Es la consumación del misterio de la encarnación. Es la plena revelación del designio eterno de Dios sobre el hombre. Cristo ha resucitado: resucitemos con él. Éste es el corazón de nuestra fe: Que Dios nos dio a su Hijo Unigénito, y que este Hijo nos habló y nos curó y nos amó hasta el extremo, hasta morir y resucitar por nosotros para que vivamos con él, hasta entregarse por nosotros para darnos su espíritu, para hacer de nosotros hijos de Dios. Confesamos que en darnos a su Unigénito, Dios nos ha dado la medida sin medida de su amor, y que no tiene ya otro modo de decirnos que nos ama, que somos su alegría, que, resucitados en ese Unigénito, somos Dios para Dios. Confesamos cuanto Dios nos ha revelado: su predilección por los pequeños, su debilidad por los enfermos, su pasión por nosotros pecadores; y confesamos al mismo tiempo nuestros pecados, pues todavía no hemos empezado a creer lo que Dios nos ha revelado en la Pascua de su Hijo. Confesamos que...