JORNADAS FORMACIÓN VICARÍA SEVILLA 2 (III)

4.- EN COMUNIÓN PARA FORMARNOS (PONERNOS EN FORMA)

No podemos vivir de las rentas, porque la vida avanza, nunca se para. Hemos de aprender de las primeras comunidades a dar respuesta a las nuevas situaciones que nos encontramos desde el discernimiento, y para eso es irrenunciable la formación en cada momento de nuestra historia. No podemos renunciar a mantener nuestra vida cristiana a punto, capaz de ser vivida en las diversas circunstancias y acontecimientos históricos de nuestra vida personal y social. Necesitamos una formación que nos ayude a rehacer la experiencia de unificar nuestra fe y nuestra vida, que nos ofrezca criterios de discernimiento ante las situaciones para emitir nuestro juicio sobre las mismas y ser capaces de plantearnos, en clave evangélica, nuestra actuación y nuestro testimonio.
La concepción de la formación cristiana nunca ha sido la adquisición de conocimientos; esto es necesario, pero no es el todo. La formación cristiana es la que nos capacita para descubrir y vivir la propia vocación y misión, y para poder madurar una unidad de conciencia, una síntesis fe-vida. Por eso es una formación en, y desde la vida (secular), que abarca todas las dimensiones de nuestra existencia (integral), y que está radicada en el seno de la comunidad cristiana, de la Iglesia, y acompañada necesariamente por ella (eclesial). En definitiva, una formación que nos ayuda a realizar ese necesario proceso de personalización de la fe.

5.- SOLO DESDE LA ESPIRITUALIDAD VIVIDA PODEMOS SER HOY CREYENTES

Para poder sostenernos en tiempos de crisis, en el invierno eclesial que vivimos, en medio de la nada de la postmodernidad, es imprescindible que nuestra fe, nuestra conciencia de ser Iglesia, nuestra propia vida estén ancladas en la honda experiencia personal del encuentro con Dios que se nutre en los sacramentos y se sustenta con la oración personal y comunitaria. No podemos ser los laicos cristianos que nuestro mundo necesita sin ponernos a la escucha del Espíritu y de la Comunidad, a la escucha de la Palabra de Dios de forma permanente. No podemos reconocer al Dios de Jesús en nuestra vida, si no acogemos sacramentalmente su presencia como don en la Eucaristía y la Reconciliación, si no salimos a su encuentro en la Palabra. Solo una vida en docilidad al Espíritu es capaz de vivir la esperanza en tiempos de crisis. Solo desde esa actitud de obediencia a la voluntad de Dios en la búsqueda del Reino seremos capaces de mantener en este tiempo nuestra presencia.

6.- NUESTRO SER CRISTIANO QUE SE NUTRE EN ESTAS CLAVES ANTERIORES SE EXPRESA EN LA VIDA. UNA VIDA VIVIDA EN EL AMOR

Una presencia que ha de ser reconocible por la vivencia del mandamiento nuevo. A nadie le debáis nada más que el amor; que en eso nos reconozcan todos: en lo que nos amamos, en cómo vivimos, en cómo por amor de Dios nos hacemos prójimos y samaritanos de quienes sufren hoy en nuestro mundo. Nuestra Vicaría lleva años reflexionando estas dimensiones, pero si miramos hacia atrás parece que nos han podido, o que no acabamos de dar los pasos necesarios para situarnos en nuestro puesto, que no es otro que el de Jesús de Nazaret. Nuestra vida eclesial tiene que ser creíble, y eso solo será así, si hacemos práctico, operativo el Amor de Dios en nosotros, proyectando ese amor hacia aquellos que Dios ama entrañablemente. Nuestra vida en el amor nos tiene que llevar a estar decididamente al lado de aquellos que hoy son imagen del Crucificado en nuestro mundo, en nuestros barrios. Ese es el criterio de credibilidad de nuestra fe. Para eso nuestras comunidades deberán ser abiertas, acogedoras, solidarias, cercanas, samaritanas, desde nuestra debilidad y precariedad de medios, pero desde la certeza de que el Señor camina con nosotros recreciendo la medida del amor que somos capaces de ofrecer.
No somos ONGs, no somos centros de servicios sociales, somos ante todo, portadores de una buena noticia de liberación que hemos de vivir para mostrar al mundo que el amor de Dios hecho vida humaniza, dignifica, hace plena la existencia humana, que es historia de salvación.

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