cuentos de autobús (III)

Seguro que tú tienes alguna historia de bus urbano. ¿Te apetece compartirla? Pues no te cortes, y ahí tienes el cajón blanco de los comentarios.

Comentarios

  1. Lo que más recuerdo del bus era un loquito que se subía a veces y le decía a las jovencitas "palomita, palomita" y cuando miraban les daba una torta en la cara y la gente, en vez de deternerlo o reprenderle, se reía. La pobre a la que le tocaba se bajaba del bus en la siguiente parada asustada y abochornada. El chico en cuestión se había vuelto loco después de tomar droga adulterada. Es triste.

    También me acuerdo de los que te querían robar la cartera y los que se te pegaban y los conductores cabreados y amargados y los que te presionaban para que les dejaras el asiento (aunque no pagaran el autobus y se subieran sólo por aburrimiento).

    No recuerdo nada de filosofía o bondad o amabilidad. Lo siento.

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  2. Anónimo3/3/07, 0:31

    Pues no sé si será por mi caracter o por qué, pero yo recuerdo el autobús como algo divertido, y me refiero a cuando tuve que ser una diaria usuaria, entre mis trece y quince años.

    Para ir al colegio no tenía más remedio que cogerlo cuatro veces al día, pero mis amigas y yo nos lo pasábamos pipa, y todo para ver a los niños del colegio de enfrente que coincidían con nosotras en esos viajes urbanos.

    También recuerdo a un señor, que iba con su sombrero, muy elegante, y que se bajaba la dentadura postiza con la lengua para hacernos reir. La verdad es que no era muy agradable, pero al cabo de los años me resulta muy simpático.

    Por supuesto teníamos localizados a los que se pegaban demasiado y a las señoras que a base de empujones ocupaban un asiento.

    Lo que ocurría cada día, fuese algo novedoso o no, nos servía de ilusión, comentario o divertimento durante el trayecto que íbamos caminando hasta nuestra casa.

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