Llenar la casa


Un anciano, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo: «No puedo dividir en tres lo que poseo. Eso dejaría muy pocos bienes para cada uno de vosotros. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, al que se muestre más hábil, más inteligente. Dicho de otra manera: a mi mejor hijo. He dejado encima de la mesa una moneda para cada uno de vosotros. Cogedla. El que compre con esa moneda algo con lo que llenar la casa se quedará con todo». El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El segundo compró sacos de plumas, pero no consiguió llenar la casa más que el anterior. El tercer hijo, que consiguió la herencia, sólo compró un pequeño objeto. Era una vela. Esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.

Comentarios

  1. Parábolas como esa siempre me han llamado la atención porque he pensado desde mi niñez que nunca sabría haber elegido la opción más correcta, la más inteligente... Por eso me ha dado la impresión de que todas las cuestiones, hasta las religiosas, son para inteligentes, aunque quieran revestirse de sencillez y de humildad. Dime algo sobre esto, andaaaaaaaaaaaaaaa

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  2. La cuestión es a qué estamos llamando inteligencia, porque llenar la casa de luz requiere más sensibilidad y capacidad de acoger lo que nos rodea que conocimiento. También dice la Escritura que el conocimiento del Señor es lo que nos hace justos, y no se trata del mucho saber académico.

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  3. por cierto que, en lugar de esconderte en el anonimato, podrías presentarte...

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  4. Anónimo8/3/07, 0:22

    Sensibilidad por la herencia, ¿no? Seguro que si el padre le dice que al que adivine como llenar la casa le va a dar más trabajo sin cobrar no se le ocurre lo de la luz.

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