Podemos cambiarlo

Este año, una vez cumplido el trienio dedicado a los desafíos de la globalización, Manos Unidas abre un ciclo nuevo de campañas centrado en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En septiembre de 2000, al final de la Cumbre del Milenio, celebrada en Nueva York, 191 Estados miembros de las Naciones Unidas suscribieron la Declaración del Milenio. Los compromisos asumidos se plasmaron en una lista de ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM),cuya finalidad es erradicar el hambre y la pobreza y mejorar la educación, la salud, la situación de las mujeres y el medio ambiente para el año 2015. Está por llegar la hora en que se apliquen los recursos y se pongan en juego los medios, pero hay que reconocer que, desde su aprobación, los objetivos han sido capaces de impulsar, de una manera mucho más intensa y sin precedentes, el compromiso por responder a las necesidades de los más pobres del planeta.

LOGRAR LA EDUCACIÓN PRIMARIA UNIVERSAL
Este año, Manos Unidas va a trabajar el Objetivo 2: lograr el ambicioso proyecto de que, en el año 2015, todos los niños del mundo estén escolarizados y puedan terminar un ciclo completo de educación Primaria. Esto no es un imposible y tenemos obligación de hacerlo realidad. El lema escogido por Manos Unidas para la XLVIII Campaña resulta elocuente: Sabes leer, ellos no. Podemos cambiarlo. Lema que nos hará reflexionar sobre el derecho universal a la educación y la importancia de la educación Primaria en la erradicación de la pobreza. Como el Papa Pablo VI, Manos Unidas cree que “la alfabetización es para el hombre un factor primordial de integración social y enriquecimiento personal, mientras que para la sociedad es un instrumento privilegiado de progreso económico y de desarrollo” (PP.35). El tema se inscribe en el Decenio de las Naciones Unidas para la Alfabetización (2003-2012), y en la conmemoración del 40 aniversario de la encíclica de Pablo VI Populorum Progressio, sobre el desarrollo de los pueblos; en ella se declara la educación básica como uno de los principales motores del desarrollo. Así, dice Pablo VI, “la educación básica es el primer objetivo de un plan de desarrollo, porque el hambre de cultura no es menos deprimente que el hambre de alimentos. Un analfabeto es un espíritu subalimentado” (PP 35). La finalidad y el sentido de la educación es el hombre mismo, que se desarrolla, se perfecciona y se convierte así en protagonista de su propio desarrollo y del desarrollo de los demás. Porque el ser humano tiene el derecho y el deber, en libertad, de desarrollarse como persona en todas las facetas de su vida personal y social. De esa dignidad fluyen los Derechos Humanos, así como la igualdad esencial entre todos los hombres, compatible con su diversidad, porque el hombre es imagen de Dios.

130 MILLONES DE NIÑOS SIN ESCOLARIZAR
Cómo no interpelarnos, en conciencia, por la situación del mundo respecto a este reto de la educación universal y la alfabetización. Es un derecho proclamado en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y reiterado en convenciones y declaraciones sobre los Derechos del Niño en años posteriores, así como desarrollado en la Doctrina Social de la Iglesia. Los datos se muestran contundentes: hay más de 130 millones de niños en edad escolar de primaria que, al no poder asistir a la escuela, se ven privados de ejercer ese derecho. Hay muchas razones que se lo impiden, pero, en la mayoría de los casos, se trata de niños de hogares pobres, cuyas madres, con frecuencia, tampoco han recibido educación formal, o peor, pertenecen a poblaciones indígenas o grupos minoritarios; es una cadena de desigualdad que se prolonga a través de las generaciones. La relación entre pobreza y asistencia a la escuela es innegable. El caso de las niñas es especial. Que los niños no vayan a la escuela es una grave pérdida para ellos y la sociedad, pero si no van las niñas la pérdida tiene mayores consecuencias. Las mujeres que han recibido educación tienen mayores oportunidades económicas, participan más activamente en la vida pública y cuando son madres tienen menos hijos, más sanos y con más probabilidad de ir a la escuela. Como dice un proverbio africano, “educar a un niño es educar a una persona, educar a una niña es educar a una familia”.

GRAVE SITUACIÓN EN EL ÁFRICA SUBSAHARIANA
Varias regiones parecen encaminadas al logro del objetivo, como Europa Central y del Este, la Comunidad de Estados Independientes (ECE/CEI) y América Latina y el Caribe. Asia Oriental y el Pacífico, en 2005, casi habían logrado el objetivo. Cinco regiones, Asia Sudoriental, África Septentrional, CEI Asia, Asia Oriental, América Latina y el Caribe, se acercan a una tasa de matriculación del 100% en la educación primaria. En cambio, en África la situación es mucho peor. Las poblaciones africanas son las más jóvenes del planeta, con más del 50% de la población menor de 18 años, en la mayor parte de los países. El gran número de niños en edad escolar y el que una proporción importante de ellos viva en zonas rurales con pocos recursos educativos, plantean problemas considerables. En los países industrializados se invierten en educación 7.372 $ por niño y año, mientras que en África Subsahariana, por ejemplo, que tiene más de un tercio de sus niños sin escolarizar, se invierten 38 $ por niño y año. Es decir, 200 veces menos. La tasa de escolarización en países como Sudán, Níger, Sierra Leona, Eritrea, Somalia o Malí no llega al 50%, de los cuales menos de la mitad terminará el último curso. Tengamos en cuenta que una cosa es estar matriculado y otra completar el ciclo. Se necesitaría reducir o eliminar los pagos escolares, acercar las escuelas a los hogares, proporcionar almuerzos o ayuda para que las familias obtuvieran recursos, sin tener que echar mano del trabajo de los niños, y revalorizar el trabajo docente. Por otro lado, la pandemia del VIH/SIDA ha creado un problema añadido a la crisis de la educación, sobre todo en África Subsahariana, donde, en 1999, un millón de niños se quedaron sin maestros debido a esta enfermedad. Además, cuando un padre o una madre enferma de Sida, los hijos abandonan la escuela para cuidarlos, trabajar y sacar adelante a la familia.

SE PUEDE COSTEAR LA ELIMINACIÓN DEL ANALFABETISMO
Lograr el objetivo de la enseñanza primaria universal para el 2015, según el Informe del Estado Mundial de la Infancia 2005, costaría unos 9.100 millones de dólares al año, lo que supondría menos de 100.000 millones en los años que quedan; una cifra que se puede conseguir si tenemos en cuenta que, en 2003, se invirtieron en Defensa, en todo el mundo, 956.000 millones de dólares. La reducción del 1% de los gastos militares anual podría proporcionar educación primaria a todos los niños del mundo. El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, declara al respecto: “Las cifras dejan muy claro que el mundo sí puede costear la eliminación del analfabetismo”.

ES POSIBLE Y SE ESTÁ CONSIGUIENDO
Los proyectos que apoya y financia Manos Unidas demuestran que es posible otro mundo donde los niños y las niñas disfruten del derecho a la educación primaria universal. En el año 2005, Manos Unidas aprobó la financiación de 845 proyectos en 60 países empobrecidos. El importe fue de 44.305.687 euros y beneficiaron a 28.168.015 personas. De todos ellos, 288 eran proyectos educativos, con un importe de 12.625.532 euros y 3.716.714 beneficiarios.

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