Dame, Señor, un corazón


Concédeme, Señor, un corazón:

Vigilante, porque mi corazón
se duerme y se apaga,
se embota y se adormece,
se aliena e insensibiliza.
Necesito un corazón encendido y despierto,
atento al signo, a la palabra, a la llamada.
Un corazón al que el amor mantenga despierto.

Noble, porque a veces mi corazón
se vende a intereses mezquinos,
se hace hipócrita, engañoso y corrupto.
Necesito un corazón digno y limpio,
un corazón bueno y generoso;
que se mantenga fiel
a sus principios y valores,
a sus compromisos, a tu amor.

Recto, porque mi corazón
no busca la verdad,
sino el interés o el capricho
y se desvía por caminos equivocados.
Dame, Señor, un corazón
acertado y responsable;
que no se ofusque ni se engañe a sí mismo,
un corazón que sea consciente de cada paso,
de cada acción e intención.

Libre, porque es esclavo y no lo reconoce;
está atado a muchas cosas e intereses,
atado por la codicia, la vanidad y la fama,
por el miedo y la timidez.
Necesito un corazón desapegado, pobre,
humilde, enteramente liberado.

A partir de una oración de Sto. Tomás de Aquino

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