De lo que no quiero hablar

Hay muchos temas de los que me había propuesto no decir una sola palabra en este blog, aunque sean temas de los llamados "de actualidad". Respecto de unos porque pienso que eso de ser tema de actualidad no deja de ser una moda pasajera, y por tanto trivial e intrascendente, no merecedora de perder en ellos el tiempo. En otros casos porque, aun siendo temas de actualidad, lo son tan localmente que uno debe cuestionar su valor global. Eso me ha pasado siempre con el tema de ETA. Me parece que no tiene más valor global que el de una delincuencia organizada a la que se le dio y se le sigue dando pábulo infinito, y con ello alas. Cualquier amigo del País Vasco, con dos dedos de frente, se lamenta de cómo esta cortina permanente de humo impide ver y abordar -y llega a justificar que no se aborden- problemas reales de aquella sociedad.
Y bajando al sur me pasa lo mismo con el mundo cofradiero de esta ciudad, porque entiendo que es entrar en un tema que no ofrece posibilidad de discusión cuando el debate hay que realizarlo desde diversos planos de realidad. Querer discutir entre la razón y el sentimiento -por definición irracional- es imposible, así que siempre he pensado que no era un tema al que dedicar espacio porque hay otras cuestiones de las que tratar, que tienen que ver más con la verdad de la vida humana, y por ello con Dios.
Pero un año más llega la liturgia del Pregón de Semana Santa, un ritual de los poderes -no del pueblo por mucho que se diga- para dar el pistoletazo de salida a las fiestas primaverales de esta ciudad, que tiene más que ver con el sevillanismo tópico, con el sentimentalismo fácil, que con la realidad de la fe. Y si no ¿por qué cada año se tienen que empeñar los pregoneros en defender y justificar -excusatio non petita- la "religiosidad" intrínseca de las cofradías? Simplemente porque son conscientes de su carencia. Porque saben, como yo, que lo que pesa en un porcentaje más que alto no es la fe, sino otras muchas cosas que nada tiene que ver con el Evangelio. Es lo que le pasa también al mismo Ayuntamiento, que habiendo necesidades que atender en nuestros barrios, gastarán más fácilmente el dinero en la primera asociación (habría que ver cómo andan de papeles) que tenga una imagen para sacar en procesión a la calle, aunque no tenga nada que ver con la Iglesia o sea algo, incluso, al margen o en contra de ella, que en cualquier petición que hagan las parroquias de los barrios (y a los hechos me remito) porque, en el fondo, lo que están subvencionando no es la fe, de la que no se quiere oír hablar, sino actividades de ocio que nada tienen que ver con ella más que en lo externo de la manifestación estética. Pan y circo que hay que ofrecer cuando están cercanas las elecciones. ¿Qué pintan si no ateos confesos en la presidencia de los pasos portando una vara?
Es lo que le pasa a las mismas hermandades, poco preocupadas por la fe de sus miembros, por cuidarla y ayudarla a crecer, por vivir la íntima dimensión eclesial de la fe, por participar en la vida de la Iglesia... escuchen, escuchen a cofrades viejos, contar las verdades del barquero... y lo que le pasa a los mismos miembros, en un número alto: lo único que les vincula es el trasfondo social que hay tras toda esta parafernalia, pero no la fe. La participación de las hermandades en la Asamblea de Laicos de la Diócesis es más que exigua, pero es normal, porque es su misma participación en la vida de la Iglesia diocesana y parroquial; en la Eucaristía, en la formación, en las actividades caritativas y pastorales. Y no me vale que digan como el pregonero que la Semana Santa en la calle es su "asamblea de laicos". No me jueguen a la demagogia populista y barata para justificar lo injustificable. Me molesta profundamente que hagan bandera de la situación del Polígono Sur, por ejemplo, en la que durante muchos años sólo han estado presentes las parroquias (tampoco las autoridades) y, en realidad son las que seguirán estando cuando pase la moda.
Y mientras no seamos absolutamente claros en estos temas dentro de la Iglesia, y mientras las mismas hermandades no se tomen en serio su ser eclesial y empiecen a valorar más la fe que el número, y empiecen a decirle a más de uno que no debería estar en ellas, no podremos pretender más. Tendremos lo que tenemos, ¿lo que nos merecemos?
Las respuestas las veo venir: no entiende a las hermandades, no las conoce... Bueno, aquí estamos. Aunque anticipo que no pienso entrar en la polémica por lo que dije al principio. No quería entrar, y espero no volver a hacerlo.

Comentarios

  1. ...pero has entrado en la polémica y creo que acertadamente. Yo creo que ya es hora de que nos enfrentemos los creyentes, de verdad, a esta situación. No es admisible el mundo de las hermandades al margen de la fe, no es admisible declaraciones como las del Hermano Mayor del Gran Poder que lo importante en las Hermandades es el culto y la atención social es subsidiario y poco importante, no es admisible ateos confesos y practicantes portando las varas en las procesiones y no es admisible, en fin, hermandades al margen de la Iglesia y con un desprecio absoluto a la misma.

    Vamos a sacarlo. Ya basta.

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  2. Pues, de todos modos, creo que no habría que despreciar el mundo cofrade, porque es el modo inmediato de acercamiento de muchas personas a nuestra religión. Aunque sólo un cofrade hubiera llegado a abrazar la fe por este medio merecería la pena y probablemente haya sido más de uno. Seamos menos críticos y nás generosos.

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  3. Tienes razón anónimo; comparto contigo que hay que ser más generoso pero no renuncio a la crítica, lo siento. No podemos.

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  4. Y sin que sirva de precedente, os transcribo copia del artículo del director del Abc, con el que no comparto mucho desde el punto de vista ideológico pero bien al debate que tenemos:

    Católicos de ocasión
    Por ÁLVARO YBARRA PACHECO. Director de ABC de Sevilla
    El 86 por ciento de los andaluces se declara católico, según los datos de un estudio elaborado por la Conferencia Episcopal que fue publicado ayer por ABC. Si el porcentaje de católicos confesos es abrumador el de los que practican con regularidad la religión desciende a un 28 por ciento. No menos apabullantes son los porcentajes de niños andaluces que estudian Religión (83 por ciento), que hacen la primera comunión (73 por ciento) y que más tarde se casan por la Iglesia (80 por ciento).
    Sin embargo, sólo cuatro de cada diez contribuyentes marcan en Andalucía la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta. Eso sí, la comunidad autónoma cuenta ya con más de dos mil quinientas cofradías (530 en Sevilla y provincia), aunque en la Asamblea Diocesana de Laicos que ha convocado el cardenal hispalense el sector menos participativo es precisamente el cofradiero, muy por detrás de otros movimientos seglares vinculados a la Iglesia.
    Escribía hace unos días Miguel Ángel Loma en una carta al director que estaba convencido de que muchos de los impávidos asistentes a la obra sacrílega de Leo Bassi que en estos días se representa en diversos pueblos de Sevilla gracias a las subvenciones públicas son cofrades. No tengas la menor duda, Miguel Ángel. Acuérdate de la chirigota cordobesa «Mi primera hostia» que este año representó una parodia blasfema y que un párroco de pueblo quiso excomulgar. Al final, resultó que los chirigoteros eran todos de la junta de gobierno de una señalada hermandad. «¿Pero cómo nos van a excomulgar a nosotros, si somos cofrades?», se preguntaban extrañados los carnavaleros.
    Este paisaje, nos guste o no, es el que explica que los medios de comunicación en general se hagan eco de la Semana Santa «como si fuera una especie de espectáculo laico», según afirmaba hace escasas fechas el obispo de Jerez, Juan Del Río. No trato de hacer corporativismo ni pretendo pasar por alto que los medios deberían tener la obligación, además de informar, de tratar de formar a la gente. Pero convendrán conmigo que con el panorama anteriormente descrito no se nos puede atribuir a los periodistas la única responsabilidad acerca de que los temas más debatidos a lo largo de la Cuaresma hayan sido tan edificantes como la polémica de las costaleras, el día en que debe salir el Carmen Doloroso o si las procesiones están obligadas o no a pasar junto a las espantosas «setas» de la Encarnación.
    Ya verán como Zapatero, que en uno de sus gestos de austeridad ha decidido descansar estos días en el Palacio de las Marismillas, llena el mitin que ha convocado el Sábado Santo en Huelva de cofrades y capillitas, casados en primeras nupcias por la Santa Madre Iglesia, votantes socialistas en las generales y de Perico Rodri en las municipales, que por algo gana siempre por mayoría absoluta.
    aybarra@abc.es

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  5. Que cada uno haga su reflexión, yo me limito a transcribir la noticia... y a rezar:

    EL HOGAR DE LOS MÁS MARGINADOS DE MADRID
    Rouco cierra la parroquia de Enrique de Castro
    RD
    Sábado, 31 de marzo 2007
    El cura “rojo” de Vallecas se queda sin parroquia. Enrique de Castro, el popular sacerdote símbolo de la lucha por los más marginados, va a perder su templo de Entrevías. La parroquia de San Carlos Borromeo tiene los días contados. El arzobispo de Madrid ha decidido cerrarla como lugar de culto y reconvertirla en un centro de Caritas. Acusa a Enrique de Castro y a sus dos compañeros curas de “realizar una liturgia y una catequesis que no son eclesialmente homologables”.
    El pasado martes, el obispo auxiliar de Madrid, Fidel Herráez, llamó a capítulo a los tres curas de San Carlos Borromeo: Javier Baeza, Pepe Díaz Y Enrique de Castro. “Aquello era un auténtico tribunal”, explica Javier Baeza, que ejerce de párroco desde hace unos años, aunque los tres sacerdotes trabajan en equipo.
    En la reunión estuvieron presentes, entre otros, el obispo auxiliar, acompañado del vicario de Vallecas, Angel Matesanz, del secretario del episcopado, Roberto Serres y del delegado de Cáritas. “Fidel abrió la carpeta y nos comunicó que la parroquia desaparece como tal, que el local físico se lo han cedido ya a Cáritas Madrid para un centro asistencial y que nos pedía encarecidamente a los tres que nos quedásemos a trabajar en el centro”, cuenta el párroco.
    El arzobispado madrileño acusa a los curas de San Carlos Borromeo de “realizar una liturgia y una catequesis que no son eclesialmente homologables”, al tiempo que reconoce “su entrega y dedicación a los pobres”. Y como la expresión eclesial de la solidaridad con los pobres es Caritas, Rouco cree que a eso es a lo que deben dedicarse los locales de la parroquia, que desaparecería como lugar de culto.
    Los tres curas se quedaron boquiabiertos. Primero, porque hacía unos meses que ese mismo obispo auxiliar, Fidel Herráez, había realizado la visita pastoral a la parroquia y se había despedido de ellos diciéndoles: “Me voy impactado y encantado”.
    Pero al poco tiempo, monseñor Herráez, el brazo derecho del cardenal y el que, en realidad, gestiona el día a día de la archidiócesis, llamó de nuevo al orden a Javier Baeza. “Me acusó de que, en la parroquia, no administrábamos adecuadamente los sacramentos; me advirtió de que sin absolución individual no hay perdón de los pecados y terminó diciéndome que Dios no estaba en nuestra parroquia. Desde entonces nos temíamos lo peor y, desgraciadamente, nuestros temores se confirmaron el pasado martes”, explica el párroco.
    Allí mismo, en esa reunión del pasado martes, los tres curas rechazaron la decisión del arzobispado, dejaron claro que la parroquia no era de ellos sino de la gente y que no piensan abandonarla. “No vamos a dejar la parroquia. Si quieren, que nos echen”, dice Baeza.
    En el arzobispado guardan silencio. El Mundo intentó en repetidas ocasiones obtener la versión de la jerarquía madrileña sin éxito. Extraoficialmente y con petición expresa de anonimato se nos dice que “la lucha entre Enrique de Castro y monseñor Rouco viene de lejos. Esa parroquia es un nido de herejías. Por ejemplo, imparten sistemáticamente la absolución colectiva y, a veces, comulgan con rosquillas o con turrón, en el colmo de los despropósitos litúrgicos y sacramentales. La paciencia del cardenal se ha agotado y ha decidido poner coto a tantos desmanes”.
    Nuestro comunicante reconoce que la decisión del cardenal no ha sido fácil. “Rouco es consciente de que se enfrenta con un icono social, con un símbolo y con una forma de ser y de entender la Iglesia. Sabe que, en los medios de comunicación, vais a escenificar la decisión como la lucha desigual entre la Iglesia jerárquica institucional-inquisitorial y unos pobres curas de base, defensores de los pobres. Pero también es consciente de que, aunque sea impopular la medida, tiene que tomarla, porque una de las funciones del obispo es la de ser maestro y vigilar la ortodoxia en su diócesis”.
    Y no se equivoca nuestra fuente del arzobispado madrileño. Tanto los curas como sus numerosos y fieles parroquianos están dispuestos a dar batalla por la parroquia de los pobres y marginados. En sus locales se suceden las asambleas. Y se preparan estrategias y gestos para mostrar el descontento de la gente. Algunos proponen ir en procesión hasta la catedral de La Almudena y encerrarse para rezar en ella hasta que el cardenal revoque su decisión.
    En torno a Enrique de Castro y a la parroquia se aglutinan una serie de colectivos “indispensables” de la lucha social. Como Madres contra la Droga o la Coordinadora de Barrios. Y no dejarán que Rouco se salga con la suya fácilmente.
    Por otra parte, incluso canónicamente parece que el tema no está nada claro. Según Baeza, “con el Derecho canónico en la mano parece que es una aberración, según nos comentan los especialistas”. Porque, tanto para destituir a un párroco como para cerrar una parroquia, hay que seguir todo un proceso oficial, con sus pasos, sus alegaciones y sus plazos. “Y aquí se lo quieren saltar todo a la torera. Pero no nos vamos a rendir”, dice Javier Baeza.
    Tanto Enrique de Castro como sus dos compañeros están dispuestos a luchar hasta el final. “Nos duele sobre todo la prepotencia y altivez con la que actúa el arzobispado. Parece como si Dios llamase todas las mañanas al cardenal para decirle lo que tiene que hacer”, se queja Baeza. Y concluye: “Esto es un baculazo con todas las de la ley, por mucho que quieran camuflarlo”.

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  6. Conclusión del silogismo del maniqueo del Director de abc en virtud de su artículo: sólo se es católico de verdad si se vota al PP. El que es de izquierdas o no vota al PP es una especie de invertebrado. Penoso. ¡qué difícil se hace el leer el ABC con semejantes ideólogos¡

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