¿Buenas noticias?

Gran parte de niños en El Salvador viven en condiciones de pobreza. (Foto: EFE)

Leo en la edición digital de El Mundo (porque los demás medios silencian la noticia) que se reduce la pobreza extrema en el mundo un 21 % en los últimos 14 años, lo cual no deja de ser una muy buena noticia, para variar. Normalmente lo que leemos en los periódicos, y últimamente en los medios nacionales, no deja de ser una crónica sosa y aburrida de las pedradas que se lanzan unos (políticos) a otros, mostrando así, más que nada, su falta de capacidad para dedicarse a la Política con mayúsculas, y servir al personal. Pero, no nos salgamos, que me caliento...

No deja de ser buena noticia, pero podría ser mejor. Primero, porque catorce años son muchos, son muchos días, son muchas vidas las que se han perdido en ese tiempo, pero sobre todo son muchas más las que se podrían haber salvado. Y, segundo, un 21 % es un porcentaje bueno, pero también podría serlo mucho mejor; porque resulta que la mayor parte de esa reducción corresponde a China en exclusiva.

Hay dos maneras de leer esta noticia: ¡qué bien lo estamos haciendo! lo que supone la trampa de la satisfacción que nos puede hacer creer que hemos hecho y estamos haciendo todo lo posible. O bien leerla como un ¡cuanto nos falta! ¡qué lejos estamos todavía, aunque estemos en buen camino! porque el problema de la pobreza en nuestro mundo no es de escasez de recursos. Nunca lo ha sido, al menos en estos dos últimos siglos en los que tenemos la mayor capacidad de producción de bienes y servicios. El problema de la pobreza es un problema de distribución, de compartir, de solidaridad y de justicia, y lo que nos está diciendo la noticia es que tardaremos, al menos, unos 75 años más en terminar con la pobreza extrema (de la severa y las otras no decimos nada) si todo sigue igual...

Y, entretanto ¿qué pasará con esos más de dos mil millones de personas que sobreviven con dos dólares (menos de dos euros) diarios? ¿Aguantarán? ¿Les tendremos que pedir paciencia hasta que les llegue el turno?

Yo creo que cualquiera con una mínima conciencia, y habitante del primer mundo, no puede sino sentir rubor ante la noticia, y pensar qué poco hacemos, qué despacio camina la justicia por nuestro mundo. Leer estas cosas solo puede hacerse serenamente cuando comprometemos nuestra vida en la lucha por la justicia; de otro modo, es como si leyéramos cuentos, o novelas de terror.


Comentarios

  1. nos queda mucho, muchísimo. Tenemos que empezar a utilizar la palabra solidaridad como un verbo no como un adjetivo. Cuando accionemos la solidaridad comenzaremos a hacer realidad el Reino. Ayúdanos Padre.

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