Aaaahhh! Las elecciones...

Jueves, por la mañana, temprano. Estoy esperando con mi madre el taxi adaptado que nos llevará al hospital a consulta y revisión para ella, lo que supondrá una mañana completa. Me fijo, mientras espero, en un coche del Ayuntamiento, y en una persona que -inconfundiblemente- debe ser funcionario municipal. Anda por la plaza, gesticulando y con unos papeles en la mano, así que, pensando que van a comenzar la obra de la plaza, porque el coche lleva el distintivo de la Delegación de Vía Pública, me acerco a indicarle alguna sugerencia sobre la misma, pero resulta que no; no va a comenzar la obra. Eso se hará cuando le toque. Ahora lo que van a hacer es "eliminar los elementos peligrosos de la plaza, porque el día 23 va a haber un acto electoral".
Benditas elecciones, porque el arreglo de la plaza tendrá que esperar, pero gracias a la mercadería electoral van a a arreglar las losetas levantadas por las raíces de los árboles, y van a eliminar los dos resto de bancos junto a la puerta de la Iglesia que son botellódromos habituales de mis convecinos más jóvenes.
No sé quién será el artista que actuará en dicho acto, ni de qué afamada compañía escénica, pero, arriesgando mis capacidades, supongo que el Ayuntamiento no le irá allanando caminos a los candidatos opositores. Lo que me queda, al final, es siempre una duda (esta insatisfacción permanente mía...) ¿Si es un acto electoral de un partido, lo que se va a hacer, será dicho partido quien pague la obrita?
Ya seguiré contando, que esto promete...

Comentarios

  1. Te veo con ambiente en el barrio ¿eh?. Yo prefiero que los discursos los den lejos de mi casa, porque tener que escuchar promesas que ya no se las cree nadie..., debería dar derecho a un huequecillo en el cielo de la paciencia.
    A ver cómo os arreglan la plaza, ya nos contarás cómo queda.
    Suerte, y espero que ese día no eches de menos a los de la botellona, porque todo es posible.

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  2. También podría ser que los echara de menos, pero creo que soy capaz de la frialdad necesaria como para poder superarlo. Lo que no sé, y llevas razón, es si ese día no seré yo el que tenga que marchar lejos.

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