Ganar la vida eterna. Domingo XV T.O.


Lee primero el Evangelio de este domingo, 15 de julio, en este enlace, y luego reflexiona con estas ideas, antes de hacer tu oración personal.

Lucas 10, 25-37
¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?



A veces nos vamos directamente a la parábola del Buen Samaritano saltándonos esta pregunta inicial que leemos en el Evangelio de hoy. Parece que está de relleno para la escena central de este Evangelio. Y sin embargo es la pregunta fundamental del texto, a la que Jesús contesta con la parábola para hacer que quien le interroga se conteste a sí mismo: practicar la misericordia. Esto es lo que nos asegura la herencia de la vida eterna.
Pero si falta la pregunta, no llegaremos a la respuesta, no la alcanzaremos. Por eso, pregúntate hoy: ¿quiero heredar la vida eterna? ¿es lo que busco en mi vida cada día? ¿es lo que quiero alcanzar?... o, ¿me va bien como me va y no tengo que aventurarme en nuevas complicaciones? Ya tengo un equipo, las reuniones, pago una cuota, aporto un día de mi salario, algunos días hasta rezo si me acuerdo y tengo un rato, y si no me complica los planes también voy a misa algunos domingos, y tengo un compromiso en la Asociación, o en la Iglesia, o en el Sindicato... ¿Para qué practicar la misericordia si ya tengo lo que busco? Si es que, además, eso me trastoca la vida.
¿Y qué es practicar la misericordia? Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos... Cada día cuando sales por la puerta de casa a trabajar o a buscar trabajo, te encuentras con muchas personas que han caído en manos de bandidos: por sus condiciones de vida o de trabajo, por su vida endemoniada que no les deja ser felices, por esos horarios infernales que les hicieron dejar atrás la vida familiar, la vida social. En manos de bandidos que les roban todo, especialmente la esperanza, con falsas promesas de felicidad si compran, si gastan, si consumen, si se crean nuevas necesidades. En manos de bandidos porque han de vivir solos, abandonados de los suyos, como estorbos. En manos de bandidos porque la droga o el alcohol, o la violencia los tienen fuera de sí.
¿Tú los ves? ¿Te das cuenta de que te cruzas con ellos cada día sin fijarte en que están tirados al borde del camino, expoliados, apalizados? ¿O pasas de largo? Están esperando a alguien, a ti.
Practicar la misericordia empieza por saber mirar, por educar la mirada para ver, lo que Cristo ve, como Cristo lo ve. Y, luego, pararse, detenerse a aportar lo que se es y se tiene, al que te pide, porque necesita de ti. Desde ese momento el camino no lo marco yo, sino los otros, los que están en la cuneta. Practicar la misericordia es no desentenderse.
Desde ese momento tu vida se complica, transitas un camino distinto al que emprendiste, pero encuentras una herencia buscada: la vida eterna, la vida de Dios, la Vida, con mayúsculas.
Por eso es tan importante la pregunta, para ti mismo, y para los que cada día cuando sale el sol solo le pueden pedir a Dios que alguien se haga esa pregunta, que alguien practique con ellos la solidaridad, el amor, la misericordia. Seguirás en tu equipo, en el barrio, en tu familia, en el trabajo, en la Iglesia, en la Asociación o el Sindicato, pero cada mañana será distinta, porque te preguntarás, y escucharás la respuesta de los pobres del mundo obrero. Y escucharás, nuevamente, la invitación de Jesús:
- Anda, haz tú lo mismo.

Comentarios

  1. Gracias peregrino. Por razones que no vienen al caso hace tiempo que no accedía a tu blog. Hoy, gracias a Dios, he tenido por fin el momento para acceder y leer/escuchar/mirar con tranquilidad el blog y ha sido una experiencia muy rica.

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