Mujeres, viejos y tontos

Publica EL PAIS.com de hoy el resultado de un estudio de la Fundación BBVA en el que, en el apartado de las creencias se resume lo siguiente:
Creencias: En relación a sus creencias, este retrato de la sociedad española concluye que la gran mayoría de los españoles se declara católica (74,1%), más las mujeres (79%), los mayores de 55 años (87%) y los de menor nivel educativo (86%). Entre los católicos, el 47,8% cree en la existencia de Dios pero el 20,3% tiene dudas en ocasiones, mientras el 33,2% de los no adscritos a una religión que niegan su existencia.
A pesar de existir un sentimiento de religiosidad medio en la población, la mitad no acude nunca a ceremonias religiosas, ni siquiera el 38,5% de los católicos, y cuatro de cada diez no rezan jamás (tres de cada diez católicos). La Iglesia sigue estando presente en ceremonias características del ciclo vital de las personas (bautizos, bodas y funerales), con un 70% de la población que ha asistido a alguna en el último año.
No son datos nuevos. Quizá varía –según la encuesta- el porcentaje, algún punto arriba o abajo, pero no dejan de ser datos curiosos. Según el estudio somos sobre todo, mujeres, viejos y tontos. Eso ya lo decía San Pablo, también; no es nuevo. "¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención, a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, gloríese en el Señor." (1 Cor, 26-31).
Otra cosa, que me llama la atención quizá porque yo no me he fijado en el dato en otras encuestas, es que solo el 47,8 % de los católicos cree en Dios, y que solo tres de cada diez católicos rezamos alguna vez. Así es normal que falle lo demás. A lo mejor ese dato, alarmante en primera instancia nos sirva para darnos cuenta de la distancia que sigue habiendo entre quienes solo "están bautizados" y quienes "son cristianos" porque se han dejado encontrar por Dios, aunque no tengan muchas luces. Matizando esto, los datos serían otros, con toda seguridad. Al hilo de esto, me ha venido el recuerdo de esta otra experiencia:
Hoy me ha comentado Sergio que ha descubierto el valor de la Misa de las ocho de la mañana en la parroquia de su barrio. Me dice que lleva varios días yendo y que le da tiempo para ir luego a clase. "Están unas veinte personas, muchas ya mayores. Es gente que no conozco. Al principio parece aburrido, pero poco a poco le voy cogiendo gusto. Es una buena manera de empezar la jornada. Ofrezco a Jesús todo lo que haré durante el día. Las Eucaristías de los fines de semana en la Comunidad me encantan. Parecen una fiesta. Me encuentro con los amigos, cantamos, participamos.... pero éstas de los días laborables tienen algo especial que no sé definir".
A menudo me pregunto qué sería de la Iglesia sin la misas cotidianas. Son celebraciones sin cantos, sin guitarras, sin homilías y sin aparente participación. Qué sería de la Iglesia sin viejecitas, sin sobriedad, sin silencio, sin lo esencial. Qué sería de la Comunidad Cristiana sin acciones altruistas que no se ven, sin la oración sincera en un rincón de casa. sin el servicio costoso que exige esfuerzo de voluntad y que únicamente lo agradece el Padre desde el fondo del corazón, o sin las largas horas de estudio que no tienen ninguna compensación afectiva.
Antes de ir a la universidad Sergio pone su vida en sintonía con la de Jesús. Y así El, como en la noche antes de ser entregado, toma pan, lo parte, y lo da diciendo tomad y comed. Y después la copa, bebed todos. El Pan es mi Cuerpo, el Vino mi Sangre. El Cuerpo, la Persona que se entrega cada día; la Sangre, la Vida que se gasta libremente. Y se va renovando una Alianza nueva, ofrecida gratis, como todo lo auténtico. De este modo, día tras día, vamos convirtiendo nuestra vida, en un don, en una comunión, en un alimento para los demás, en una acción de gracias: en una Eucaristía.
Señor, haz que seamos auténticos en una sociedad que vive de las apariencias, de la imagen y de la eficacia a corto plazo. Ayúdanos a ser personas que sepan trabajar a la larga incluso desde un cierto anonimato. Que descubramos lo que significa ser sencillos, pacientes y profundos... para que nos vaya inundando aquella alegría que nace del trabajo bien hecho, de la constancia, del saber mirar a lo lejos y, en definitiva, de la esperanza.
Encontrar a Dios en las personas y en las cosas es un don del Espíritu. Contemplar la acción del Espíritu en las personas es una manera de orar. Contemplar para ir aplicándolo a la propia vida y sacarle siempre algún provecho. Un provecho que nos lleva a servir y a amar a Dios en todas las cosas, y así progresivamente descubrir la ternura y la gratuidad que viene del mismo Dios, porque Él es Amor. (Pere Borrás, sj)

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