Por mí, que no coma.

Hoy es noticia la actitud del delincuente capturado recientemente, que actuaba bajo el nombre de "El Solitario". Según los medios, y para protestar de su traslado a una prisión de máxima seguridad, ha iniciado una huelga de hambre, mire usted.
Se está poniendo de moda esto de las huelgas de hambre entre cierta calaña, y si no, recordemos los recientes casos de Iñaki de Juana o del ínclito Julián Muñoz.
Al principio, a uno no podía dejar de causarle cierta sensación de cachondeo. Ya está rozando lo inimaginable.
Me produce náusea asociar esta actitud con ellos. Prefiero recordar el sentido que siempre ha tenido la huelga de hambre, no solo desde las de Gandhi, sino toda la tradición solidaria y caritativa del ayuno cristiano, y de la austeridad, lo que creo que, desde luego, está ausente en los pánfilos éstos. O el hambre forzada de tantos millones de seres humanos.
Cuando he ido esta tarde a buscar la noticia los diarios en la red ya la han quitado de sus portadas. Ha durado un suspiro, ese es su interés. Me han leído el pensamiento. Si no quiere comer que no coma. Y vamos a las cosas serias.

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