Recrearse

A todos nos hace falta re-crearnos. Volver a modelarnos, recuperar la forma original que el trasiego de la vida y el continuo quehacer fatigoso deforma. Nos serena y pacifica con nosotros mismos y con los otros. Si no fuese por estos ratitos de descanso, por estas paradas en el camino, terminaríamos perdiendo el rumbo, y nos perderíamos el paisaje que bordea el camino, y con ello a quienes los transitan.
A mi mirlo -alguien me ha sugerido que le ponga nombre- le deben haber sentado bien las primeras vacaciones. Tanto que las ha alargado más que yo, que solo estaba entrenando, y se ha incorporado el último al paisaje parroquial. Ya se sabe que la antigüedad... Espero que aguante hasta las segundas. Ha recuperado su vivacidad y su alegre trino pero sin la violencia contra las macetas de servidor.
El problema de nuestros barrios es que no todos son el mirlo o el cura, y no todos pueden irse de vacaciones, aunque necesiten el recreo tanto como nosotros. El problema en muchos casos es que para poder vacar hace falta haber podido trabajar en unas condiciones que lo permitan, y esa es rara moneda en estos lares. Lo del mes de vacaciones empieza a ser un mito para muchas personas cuyas condiciones de trabajo solo les permiten los descansos semanales, o el paro forzoso. Mi mirlo y yo somos de otra época.

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