Economía sana, hombre enfermo

COMUNICADO FINAL DEL ENCUENTRO DIOCESANO
EL TRABAJO HUMANO PRINCIPIO DE VIDA, Del Evangelio al Conflicto social

Los días 19, 20 y 21 de Octubre, convocados por la Delegación diocesana de Pastoral Obrera, presididos por el Arzobispo Cardenal Carlos Amigo, acompañados por el Obispo responsable de la Pastoral Obrera, D. Antonio Algora y por D. Francisco Ortiz, Vicario General de la diócesis, nos hemos reunido más de doscientas personas para reflexionar sobre el hombre del trabajo, sobre la relación que se establece entre su ser persona y su actividad como trabajador.
Constatamos que el hombre, varón y mujer, ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza, esto es: ha sido creado para amar y construir la comunión entre los hombres de una manera libre y consciente. El trabajo es una de las actividades que puede ser cauce para vivir y desarrollar esta dimensión de la naturaleza humana, porque puede ser cauce de realización personal, soporte de la familia e instrumento para la comunión con otros hombres y otros pueblos.
Esto se manifiesta en multitud de iniciativas que buscan dignificar la vida del hombre, varón y mujer, como los mineros de BOLIDEN que luchan por un trabajo digno y a los que hemos mostrado nuestra solidaridad. Que buscan paliar las desigualdades, construir justicia, abrir caminos de esperanza. Muchas iniciativas políticas y solidarias tienen en estos hombres y mujeres su origen y su desarrollo. Con todos ellos y con todas las organizaciones que se empeñan en la tarea de construir justicia queremos unir nuestro esfuerzo y el de toda la Iglesia para construir un solo caminar humano, el caminar del amor y la comunión, de la solidaridad y la justicia para todos.
Nuestra reflexión también nos dice que muchas formas de trabajo se han vuelto contra el hombre. El trabajo se ha precarizado y flexibilizado, pero esto es sólo una manera de hablar, lo que se precariza y flexibiliza es el hombre, haciendo imposible su vida familiar y social, que son invadidas por horarios flexibles que convierten las veinticuatro horas de cada día en tiempo para la producción y el consumo. Haciendo imposible el desarrollo de la vocación recibida, sometiéndolo al ejercicio de innumerables tareas y profesiones poco creativas, que lo embrutecen. Haciendo imposible la constitución de la familia, porque no se puede ser madre ni padre.
Así, llamamos nuevo conflicto social, a la ruptura de la naturaleza humana para convertir al hombre en un instrumento de producción y consumo y hacer de ello el horizonte de su realización y felicidad. Este hombre deshumanizado hace soportable su situación en el horizonte del consumo. Le han hecho creer que su felicidad consiste en consumir y consumir, porque el ciclo de producción y consumo se basa en mantener al hombre insatisfecho bajo la promesa de que su vacío existencial lo llenará el último producto del mercado.
La, en otros tiempos llamada por la Iglesia, "cuestión obrera", se ha convertido en una "cuestión humana". El problema actual no puede definirse sólo en términos de mayor o menor justicia social en el mundo del trabajo, el problema se plantea en términos de realización humana, de poder vivir humanamente. Lo que la configuración actual del trabajo niega es la posibilidad misma de ser: ser persona, ser familia, ser hijo, padre, madre, abuelo. Nuestra preocupación por la condiciones de trabajo debemos hacerla extensiva a las condiciones de vida que las incluye y las trasciende, fijándonos en la relación que se establece entre formas de vida y posibilidades de evangelización; entre cultura y fe, entre pobreza y trabajo. Esta mirada nos dice que nuestro lugar del compromiso ya no puede ser sólo "la fábrica", el sindicato o el partido, también debe serlo el lugar, los lugares, en los que la vida toda se desenvuelve.
Llamamos a todos a seguir confiando en la esperanza que se fragua en el trabajo de cada día y pedimos a nuestro Señor Jesucristo que nos ayude con toda la Iglesia a testimoniar su presencia en el mundo.

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