No me gusta


La noticia de que ha sido concedido el Nobel de la Paz a Al Gore no me gusta. Siento no coincidir con el exultante gozo de cierta progresía mediática, pero no me gusta nada. Por varias razones. La primera es que íntimamente siempre he dudado de la transparencia del personaje y, por ello, de sus motivaciones últimas. Reconozco que puede ser irracional, pero es así. Quizá tenga que ver el hecho de que un político que cuando estuvo en activo no dio ninguna muestra de interés por el tema, y cuando ha quemado las naves políticas despierta a la vida ecológica no merece mucha confianza por mi parte. Me suena a converso por interés, y ya sabemos que poco hay tan malo como la fanática fe del neoconverso.

Puede que no me guste, también, porque me parece que devalúa el prestigio de un premio, el Nobel de la Paz, que casi siempre (no en todas las ocasiones, desde luego) ha tenido más que ver con jugarse la propia vida o el modo de existencia por defender lo más fundamental de la dignidad humana. Me parece que este señor no se juega nada, sino que ha encontrado un modo de vida más que enjundioso, si hacemos caso de otras noticias sobre su estilo de vida que han visto la luz con irregular fortuna.

Puede que no me guste por proceder de un país en el que el compromiso con la sostenibilidad es -por lo general- inexistente, y esto tiene muchos matices, ya lo sé, pero no me gusta.

Y, finalmente, puede que no me guste, porque creo que no se ayuda a crear la Paz que nace de la Justicia y llega a todos, premiando a este señor.

Lo siento en el alma, pero no me gusta.

Comentarios

  1. A mi sí me gusta que le hayan dado el Premio Nóbel de la Paz a Al Gore. Aunque debo aclarar que considero que se trata de un galardón que dificilmente conseguirá levantar la carga de oportunismo y desprestigio que arrastra por habérselo otorgado a tipos como Henry Kissinguer, Yasser Arafat, Anwar el-Sadat o Menachen Begin.
    No obstante, es indudable que la concesión del premio otorga al agraciado una enorme popularidad, efecto muy positivo para la causa en la que está empeñado Al Gore.
    Las teorías del calentamiento global que difunde el ex-Vicepresidente son combatidas en el mundo desde toda clase de tribunas, interesadas unas, irresponsables otras. Tampoco faltan oponentes atolondrados o hasta resentidos, de los que abundan en España. No hay más que leer u oir algunos medios de la ultraderecha (la COPE, libertaddigital.com, etc.)embarcados en una campaña de descrédito de Al Gore, como punta de lanza de una ofuscada cruzada negadora de la evidencia del calentamiento global. Parece que matando al mensajero desapareciera el mensaje.
    Algunos de los motivos que expones para impugnar el premio de este año se me antojan, en alguna medida, emparentados con esas campañas.
    A mi, en cambio, siempre me gustó Al Gore. También cuando fue Vicepresidente. Lo que desde aquí supimos de él es que fue un político serio, recto y claramente progresista y que la derecha hizo cuanto estuvo en su mano, que fue mucho, para que no llegara a la Presidencia.
    No me parece justo, por otro lado, que digas que no mostró interés por el medio ambiente cuando tuvo responsabilidades políticas, porque esa era una de sus mayores preocupaciones públicas. Tampoco entiendo que lo acuses de falta de transparencia (?) y no me parece relevante que su estilo de vida se pueda considerar opulento.
    Sin perjuicio de los errores e inexactitudes del discurso de Al Gore, considero que la lucha contra el cambio climático provocado por el hombre es el asunto más importante al que se enfrenta la humanidad en estos momentos, ya que nos jugamos nuestra propia supervivencia como especie. Al Gore ha decidido convertirse en apóstol de esta causa, dedicando su vida a ello. Por eso creo muy atinado que le hayan dado el premio.

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  2. Emparentas mis argumentos con cietas campañas radiofónicas que desconozco porque no suelo escuchar esa emisora nunca, y no es mi intención combatir teorías del calentamiento global que suscribo casi siempre, porque soy un convencido de que es real y lo estamos sufriendo.Mis argumentos ya decía que podían parecer irracionales en algún momento,porque nacen más de los sentimientos que me provoca la noticia.
    Para mí las actitudes personales y la trayectoria personal -el estilo de vida- es más importante casi que el discurso. O hay consonancia entre ambos o no hay coherencia. Y esto para mí sí es fundamental.
    Creo que estamos en determinadas coyunturas en las que solo los cambios vitales, de modos de vivir pueden aportar caminos de solución a los problemas de la humanidad. Los políticos al uso, desde luego no, los discursos políticos al uso no.
    Pero, en fin, sigue sin gustarme. Y sobre gustos...

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