Buena noticia: esto se va a acabar

Eso dice la palabra de Dios que se proclama en la Eucaristía de este domingo 33 del tiempo ordinario. Que este mundo, gracias a Dios, tiene los días contados, no es eterno, no dura para siempre jamás. Y eso tiene que ser por fuerza buena noticia, por lo menos para los que siguen siendo víctimas, para los pobres del mundo obrero.

Claro que parece que no será mañana, ni la semana que viene, y parece que tampoco el primer domingo de Adviento será el final. Así que conviene estar vigilantes, despiertos para notar lo bueno que está por llegar, pero también lo que ya ha llegado a la vida como anticipo del Reino. También lo dice esta palabra de Dios: a medida que se acerque el final, la cosa será difícil. Así que no vale cruzarse de brazos a esperar que pase. El mal acabará, el daño acabará, pero no sin nuestro empeño en acabar con él cada día. Dios espera nuestro trabajo y nuestra perseverancia en esta tarea de allanar el camino del Reino.

La Buena Noticia es que hay mañana, hay futuro, hay esperanza, y Dios persevera en la fidelidad de su amor. ¿Y yo? ¿Y tú?


Por si acaso, puedes hacer tuyas las llamadas de la Palabra sobre tu vida, la de tu familia, la de tus compañeros de trabajo, la de los vecinos del barrio, la de los compañeros del partido, del sindicato, de la asociación, y sobre la vida de aquellos que parece que siempre ganan a pesar de la injusticia de sus vidas, con esta oración.


Esperaré a que crezca el árbol
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial
y me dé agua
Pero despejaré mi cauce
de memorias enlodadas.

Esperaré a que apunte
la aurora y me ilumine.
Pero sacudiré mi noche
de postraciones y sudarios
Esperaré a que llegue
lo que no sé y me sorprenda
Pero vaciaré mi casa de todo lo enquistado.

Y al abonar el árbol,
despejar el cauce,
sacudir la noche
y vaciar la casa,
la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza.
Benjamín González Buelta

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