A Dios lo que es de Dios

Ya he dicho en otra ocasión que hay temas en los que uno no quiere entrar porque son banderín de enganche de quienes quieren simplemente afilar las bífidas. Pero, a veces, no queda más remedio.
Leo, repetidamente, para convencerme de que lo que leo es lo que dice, una noticia en Religión Digital, que recoge las declaraciones del presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfredo Dagnino, en las que dice -se le oye en audio- que "el que quiere a la Iglesia no critica a la COPE". Lo dice entre otras muchas cosas, es cierto.
Con la autoridad que me confieren los pocos años que tengo más que él, quisiera reconvenirle fraternalmente por tamaño despropósito, que carece de cualquier apoyo teológico, dogmático, bíblico, y todos los que quieran. No me equipares, hijo mío, una empresa de comunicación cuyo "ideario" dista en la práctica cotidiana de ser el del Evangelio, con una Iglesia, realidad teológica, que como dice el Concilio Vaticano II necesita purificación por pecadora. Permíteme refrescarte lo que supongo que sabes, pero has olvidado por un lapsus excusable:

Pues mientras Cristo, santo, inocente, inmaculado (Hebr., 7,26), no conoció el pecado (2 Cor., 5,21), sino que vino sólo a expiar los pecados del pueblo (cf. Hebr., 21,7), la Iglesia, recibiendo en su propio seno a los pecadores, santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación.
La Iglesia, "va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, anunciando la cruz y la muerte del Señor, hasta que Él venga (cf. 1 Cor., 11,26). Se vigoriza con la fuerza del Señor resucitado, para vencer con paciencia y con caridad sus propios sufrimientos y dificultades internas y externas, y descubre fielmente en el mundo el misterio de Cristo, aunque entre penumbras, hasta que al fin de los tiempos se descubra con todo esplendor. (Lumen Gentium 8)

No me compares, pues, lo que no tiene comparación, pues si la Iglesia semper reformanda puede -en cuanto criatura que es, por mucho que sea realidad sacramental- ser objeto de corrección fraterna, tanto como debemos serlo quienes la componemos (desde el Papa al último de los bautizados) sin que ello rompa la comunión eclesial, con mayor razón puede serlo la COPE. La crítica -esto no sé si lo sabes- no es unívocamente signo de desafección. A veces surge del dolor del amor que provoca contemplar el pecado. Te recomiendo la lectura sosegada de los Profetas, para descubrir este aspecto tan necesario en la vida creyente. Y si esta lectura te ilumina, vuelve entonces a analizar la actuación, el discurso, el mensaje, las motivaciones de la empresa de la que eres consejero. A lo mejor, iluminado por el Espíritu, las conclusiones son otras, o tienen otros matices.
Sí estoy de acuerdo contigo en dos cosas: las críticas tienen sus formas, y han de ser también evangélicas; si no, no valen el papel en que se escriben. Y, efectivamente, detrás hay una batalla comercial y económica que hay que separar. La COPE, gracias a Dios, no es la Iglesia y no se puede juzgar a la Iglesia solo por la COPE. Lo que hay que preguntarse es si la presencia eclesial en los medios de comunicación se puede y se debe hacer con otras "formas evangélicas" aunque sea a costa del negocio. Este cuestionamiento ha de ser permanente.
También hay detrás un modelo concreto de presencia pública, una opción concreta de presencia que no necesariamente ha de ser compartida por toda la Iglesia. Hay otros modelos y otras presencias, también acogidas por el Magisterio.
Porque de lo contrario, debo entender que hay diócesis enteras, que en su día se deshicieron de acciones de la COPE, y decidieron desvincularse todo lo posible de esa línea editorial a-evangélica (y quiero ser mesurado en la calificación) que no quieren a la Iglesia, incluidos sus pastores. Pero no, no puedes estar diciendo esto, al menos sin sonrojo.
Un motivo final: Quiero a la Iglesia, muchas veces a pesar de la misma Iglesia. ¿Cómo no querer lo que soy? Eso es algo que tú no puedes poner en duda. Y critico y seguiré criticando a la COPE cada vez que con su actuación se aparte del Evangelio; es decir, casi cada día. Y criticaré a la Iglesia de la que formo parte, cuando tenga que hacerlo y en los ámbitos en que deba hacerlo, y eso nunca significará que no la quiera.
A Dios lo que es de Dios.

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