Zaqueo

Zaqueo no se diferencia mucho de ti o de mi. Como él, muchos días, nosotros también somos bajos de estatura. Tenemos bajito el corazón y los ojos, y no somos capaces de ver más allá de nuestra vida, cegados como estamos por nuestras propias miserias y egoísmos. Pero como Zaqueo también tenemos a mano una higuera desde la que podemos dejarnos mirar por el Señor, si queremos verlo. Se trata de no impedir el amor de Dios en nuestra vida. Se trata de ponernos al alcance de Dios y dejarle hacer.
¡Cuanto nos puede cambiar una mirada! ¡Cuánto puede hacernos sentir acogidos y queridos!
Aquel hombre rico y bajito era, con todo, un excluido social, un despreciado al que no cambió el odio de sus paisanos, sino el amor y la compasión de una mirada. Y nos dice el evangelio de este domingo que cambió su vida radicalmente, pues desde entonces fue una vida vivida desde y para los otros. O sea, una vida con sentido.
En nuestras relaciones cotidianas tenemos ocasión como Zaqueo de dejarnos mirar por el Amor, y tenemos otras muchas de mirar con el mismo Amor a otros Zaqueos. Dios nos ve así y nosotros podemos ver como Él nos ve. Hay quien espera ser visto... por nosotros, para darse cuenta de que también Dios le mira con amor.

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