Oración de Adviento en el mundo obrero

Me gustaría, levantarme en vuelo, por encima de mi ciudad,
por encima del mundo, por encima del tiempo,
purificar mi vista y pedirte prestados tus ojos, Señor.
Desde arriba vería la humanidad, mi familia, mis amigos y amigas,
mi mundo obrero, siempre acompañado y cuidado por ti, Padre;
vería en la prodigiosa transformación de la materia,
en el continuo burbujear de la fabrica,
como nace tu Reino bajo el soplo del Espíritu.
Vería el maravilloso sueño de amor de tu Padre:
todo centrándose y resumiéndose en Cristo,
todo: el cielo y la tierra nuevos que tú sigilosamente vas tejiendo.
Vería como toda la vida obrera y vecinal, en Ti se centra en sus más mínimos detalles,
cada hombre en su sitio, cada grupo, cada cosa.
Vería mi barrio, el sindicato, el partido, la asociación… con otros ojos.
Divisaría la más chiquita partícula de esperanza
y la más diminuta palpitación de la solidaridad,
y entendería cómo, ante mí, se va desarrollando
la gran aventura del amor, el inicio de un mundo nuevo
que concluirá en la gloria de la resurrección.
Y, entonces, tú, Jesús, te alzarás y dirás a tu Padre:
Todo está concluido. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.
Comprendería que mi vida obrera, pequeñísima respiración
del gran Cuerpo total, es un tesoro insustituible en los planes del Padre.
Comprendería que a pesar de sus manchones,
tu querido mundo obrero, encierra en sí el Amor más liberador,
el tuyo, Jesús, de trabajador de Nazaret.
Me gustaría levantarme en vuelo, purificar mi vista, pedirte prestados tus ojos,
y saber que me constituyes en centinela
que señale como y cuando lo vas haciendo todo nuevo.
autor desconocido

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