Y mañana, a Galilea

Terminó la semana que acarrea en las parroquias más trabajo, dedicación, empeño, oración, y cuidado para que todo salga bien; es decir: para que las celebraciones sean lo que tienen que ser, lugar de encuentro de Dios y la vida, de Dios y nosotros, en la fe, en el seguimiento de la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Es esa excursión anual al centro más hondo de nuestra existencia, lo que reaviva y revive en nosotros los porqué y los para qué, pero, sobre todo, los por quién.
Y tras recoger la escenografía, tras dejar preparado el templo para la Pascua, de modo que grite resurrección por todas partes, se trata de volver a la vida, a Galilea, a Jerusalén, de otra manera. El camino de vuelta no es el de los desanimados, sino el de los que se han llenado de fuerza para empujar la vida hacia el alba. El camino de vuelta es el de los que contemplando la Pasión se han sentido apasionados por Dios; apasionados por la vida del hombre, varón y mujer. Apasionados por una Iglesia que tras la costra esconde la verdad sencilla del amor entregado, y que quiere ofrecerla como posibilidad de vida a toda la humanidad. El camino de vuelta es el de los que se han encontrado con el Resucitado y lo anuncian a boca llena. Y por eso mismo empeñan su vida en hacer posible la Vida.
Por eso no todos estaremos en el camino. Algunos llegaron hasta Getsemaní y se fueron asustados. Otros hasta el calvario, pero no pudieron soportarlo. Hubo, incluso, quienes la noche de la Cena, ya murmuraban acerca de la locura de los gestos, y todos esos han faltado en estos días siguientes. No faltan quienes siguen tachando de invento o locura el hecho.
Al sepulcro no llegaron más que unos pocos. Los que menos se pensaba, como Antonia con los noventa años encima, María Luisa, Lolita, Antoñita, Conchi y Juan, Mercedes... Todos abuelos, mayores, doloridos, cansados, convencidos de ser los que menos pueden aportar ya, pero ellos se encontraron con el sepulcro vacío. Ellos sí pueden decir: ¡No está! ¡Ha resucitado! Vamos a creer.
Vamos a empezar de nuevo, vamos a Galilea, mañana mismo; a la tarea de casa, al trabajo, a la familia y los hijos, los nietos y sobrinos, a la escuela, al barrio, a la parroquia, al equipo de militantes, a la asociación ... Vamos a andar, en verso y vida tintos...

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