Cuaderno de viaje


Alguna amiga pedía una foto del peregrino. La que tengo confirma que la fotogenia no es una de mis virtudes, o que Pepe no vale para fotógrafo (esto sería un leve alivio) o que la calidad de la cámara es mejorable (esto sería una excusa).

Sigo sin tener una conexión a Internet que me permita actualizar el blog convenientemente, así que opto por ir escribiendo las notas de viaje cada día esperando poder publicarlas posteriormente, y así no olvidarme. Mi memoria es flaca.

Desde que mostré el paisaje de mi ventana en Montesclaros los días han pasado entre bosques y caminos que recorren junto con el Ebro las tierras de Campoo de Suso, de la Saja, o los Picos de Europa.


La majestuosidad de las montañas, y la serenidad que emanan, rivalizan con la familiaridad con que los cuervos se acercan hasta mi mochila a compartir el almuerzo, o con la belleza exquisita de los cardos que crecen en el camino entre Montesclaros y Bustasur.

La señal de que el peregrino no es el que abre los caminos sino el que recorre los caminos que otros han abierto antes que él, se encuentra en cada piedra del románico que se planta en estas tierras hablando de otras formas de vivir la misma fe en tiempos iguales o distintos, o en cada árbol que antes que yo vieron otras miradas que se resguardaron del sol bajo su sombra.

Las mismas piedras son nuevas y distintas a la última vez. Parece el desfiladero más profundo, y los picos más altos. Las aguas del río no son siempre las mismas ¿o sí?

Las fotos que faltan las incluiré cuando lo de internet sea más accesible

Comentarios

  1. Anónimo6/8/08, 0:17

    Hasta hoy no he vuelto a visitarte, ya sabes que he estado haciendo compañía a alguien muy querido que ha hecho su último viaje. Pongo en este día mi comentario porque me alegra ver que has accedido a mostrar una foto tuya, y no tienes que poner ninguna excusa, ni dar ninguna explicación, se te ve muy bien, Besos

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