Lo que me estoy perdiendo


















Mirar las predicciones metereológicas estos días, suele ser una experiencia ambivalente. Por una parte ratificar lo que uno ya sabe y siente: ¡qué calor! Por otra, comprobar lo que me espera cuando pueda emprender el reparador peregrinaje de cada año hacia latitudes más frías en las que encontrar descanso. Y la conjunción de ambas informaciones suele provocar la sensación de cuánto me estoy perdiendo, por no estar donde quisiera, y estar donde no quiero.
Y no solo me pierdo lo que espero encontrar arriba en esos bosques lluviosos en los que el verano parece que pasa de largo, sino que me pierdo también la vida que el Señor pone a mi paso en las tórridas jornadas sevillanas. Es así: doble pérdida. Pero uno está hecho de esta pasta a la que el calor derrite por dentro y por fuera. Por eso el Evangelio de este domingo no deja de ser una invitación bien recibida para descubrir que -en el frío deseado, o el calor sufrido- el verdadero descanso no consiste en cambiar de sitio -que también ayuda- sino en llegar a dejarnos encontrar, aquí o allí, por quien refresca y recrea toda nuestra vida. Dios nos ha encontrado para que en Él encontremos nuestro descanso.
El peregrino irá contando esta semana las horas que faltan para emprender la marcha, deseoso de iniciarla. Espero que el camino lleve hasta dejarse encontrar una vez más por Él. Y si el encuentro puede ser bajo la lluvia, o en el bosque, haciendo que el frío intensifique el cálido abrazo, mejor que mejor.

Comentarios

  1. Anónimo6/7/08, 7:42

    Que disfrutes de lo que te encuentres.

    ResponderEliminar
  2. Hola Fernando. Soy Manu de Maristas. Antes de que disfrutes de tus vacaciones, quisiera ponerme en contacto contigo para pedirte un favor.
    Si no te importa, ahí te dejo mi correo, y te comento más detenidamente. Gracias.
    manumddt@gmail.com

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama