A veces, el silencio es lo mejor

Las tragedias -como la del avión de Spanair en Barajas- nos sumen en el silencio ante lo inesperado, lo trágico, lo que supera nuestra capacidad. El blog también se queda encogido ante la magnitud de la muerte inesperada, quizá evitable, y encuentra que las mejores palabras en algunos momentos son las que no se pronuncian, las que ni se insinúan, por eso el silencio de estos días. En esos momentos solo cabe estar cerca del que sufre, sin intentar buscar explicaciones que suenen a vacías, ni huecas palabras de consuelo. El consuelo no viene de ahí, de pronunciar fórmulas de estilo, de decir lo que siempre se dice en estos casos. El consuelo de Dios, único capaz de ofrecer consuelo verdadero, es distinto, pero sólo desde la fe nos podemos abrir a él. Por eso en estos momentos muchas veces, lo mejor es el silencio, solo el estar, solo el contacto humano, el abrazo, el hombro que recoge el llanto, y compartir ese mismo llanto.
Consolar es estar con el que está solo, y quien se enfrenta a la muerte de alguien querido, siente el zarpazo de la soledad como nunca.

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