cuento de terror

Urge modificar el diccionario de la lengua para recoger el ahora inexistente femenino de "cenutrio", término que designa según el diccionario al hombre lerdo, zoquete o estúpido. Pues también las hay mujeres lerdas y estúpidas. Es más, yo creo que habría que incluir en el vocablo, una nueva acepción que podría ser: médico residente en las Urgencias hospitalarias del Virgen del Rocío, en Sevilla. Y que su forma normal fuese el plural, pues no es asimilable a un solo individuo, sino a una situación grupal. Y lo propongo porque lo he comprobado tres veces en una sola semana, cada una de ellas tras una larga, larga espera. Os resumo la película:
2 de noviembre: primera visita, con un síntoma claro (palpable al tacto) de trombosis venosa: nudo, cordal, tumefacción del miembro inferior izquierdo, dolor, etc... de libro. Diagnóstico: contractura muscular. Visita a mi médico de cabecera que pone en duda el diagnóstico, pero termina asumiéndolo pese a que cree que es algo de carácter circulatorio.
8 de noviembre: síntomas agravados por dolor costal y hemoptisis, así como dificultad para respirar. Segunda visita a urgencias. Diagnóstico: pleuritis. Tratamiento: antibióticos.
10 de noviembre: Visita a mi médica de cabecera para gestionar la baja, quien se confirma en sus sospechas iniciales y me remite de nuevo urgentemente al hospital con un informe y solicitud de pruebas a Urgencias, para confirmar o descartar el tema de la trombosis pulmonar. En Urgencias pasan literalmente del informe de mi médica, y se reafirman, sin ninguna prueba diagnóstica en su dictamen de antes de ayer. "Sostenella y no enmendalla" Me mandan a casa poco más que expresando lo coñazo que puede llegar a ser un hipocondríaco.
13 de noviembre: Mi médica sigue sin estar de acuerdo con los de Urgencias y me manda al especialista (y yo ya empiezo a asustarme) quien nada más ver la radiografía y verme, me inyecta heparina y me remite urgentemente a la consulta de trombosis pulmonar del Hospital, donde me confirman efectivamente que hay una trombosis venosa profunda en la pierna izquierda y que ha generado una trombo embolia pulmonar que habrá que tratar.
Conclusión: mi médica de cabecera sabe lo que se hace, y gracias a su insistencia ando por estos lares. Los médicos residentes de las Urgencias del Virgen del Rocío son unos lerdos/lerdas que se constituyen en un peligro público por su ignorancia, por su incapacidad para escuchar al paciente, y por su convicción de ser primos hermanos de la Virgen María, lo que les confiere una dignidad, al parecer, superior a los mortales. Las bombas de relojería, las bombas de racimo que son estas criaturas deben desactivarse. Debe evitarse que puedan seguir jugando con la salud de las personas alegremente y escaparse de rositas. Debe exigirse la correspondiente responsabilidad, sobre todo a los médicos adjuntos que se volatilizan en las urgencias. A los responsables de esta sanidad de escaparate que no sirve un pijo.
Y yo voy a dedicar mi convalecencia a ello: a recoger informes, nombres, datos y lo necesario para formular las quejas correspondientes que eviten negligencias de autoría personal e institucional como estas. ¡A por ellos! Si por mí fuera solo les dejaría tocar botellas de agua oxigenada, y en cantidades limitadas.
Pero más delito tienen los médicos adjuntos que desaparecen de las urgencias, a quienes es imposible encontrar, salvo que se les llame por la vía del escándalo. ¡A por ellos, también!
Recomendación: cuando vayan a urgencias anoten los nombres de quienes les atiendan, y pregunten si son residentes (y de qué año; es decir, qué están estudiando) o adjuntos, y guarden todos los papeles. Y si pueden, creánme, eviten ir, que nunca será peor.

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