ofensas

Cuenta la noticia que un policia local ha pedido que se retiren unas imágenes religiosas de una comisaría, porque no es un templo, es un edificio público, en un estado aconfesional. Hasta ahí no tengo nada que objetar. Es verdad y lleva razón. Yo tampoco tengo puesta la foto del alcalde en la parroquia. Lo que ya me parece que roza el esperpento es la añadida justificación que se incorpora a la estrictamente legal: Quiere que se retiren porque "le ofenden". Extremo inimaginable, el que observar una imagen religiosa sin más, resulte ofensivo para el vidente. Y ofensivo hasta el punto que el interfecto manifiesta. Penoso y triste. Me cuesta creer que en su vida personal haya experimentado tanta ofensa propia y personal de la religión como para sentir ofensivas las meras imágenes. Que sensibilidad más a flor de piel. Y más en estos tiempos en que hay medios científicos para superar tales fobias.
En este país de esperpento, hemos llegado al absurdo como estilo de vida, y lo convertimos en noticia, en criterio, en regla de la existencia. Ignoramos la mesura propia de la serenidad y el convencimiento de los propios argumentos para terminar desbarrando. Si yo contara todo lo que es ofensivo para mí por parte de la policia local, o del ayuntamiento, o de los concejales, o de los servicios públicos, o de la sanidad publica, o de los servicios sociales municipales, no tendría blog suficiente. Pero comprendo que a lo mejor la ofensa es algo subjetivamente sentido y no algo objetivo y, entonces, aparco la idea.

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