Fin de una etapa

La semana pasada vacié, ayudado por mi hermano,las últimas pertenencias (sobre todo libros y papeles) que me quedaban en casa de mi madre, en mi casa durante más de cuarenta años, cerrada desde hace dos que la pusimos en venta. Habíamos encontrado, por fin, comprador, a menor precio del deseado, pero...la crisis nos toca a todos... y antes de formalizar la escritura y entregarle las llaves había que recoger los retazos de historia que aún nos vunculaban a ella. Mi sobrina Laura, con ocho años, fue a despedirse de la casa de la abuelita.
Salvo para ella, fue un momento carente de emotividad. Era más una cuestión práctica que emocional. Las emociones se vivieron antes, cuando mi madre hizo la mudanza para venirse conmigo a la Parroquia. Entonces sí salieron más cosas y sentimientos de aquella casa, que ahora era solo un inmueble en venta.
Pero de alguna manera es como si yo hubiera cortado definitivamente el cordón umbilical con mi pasado. Salía definitivamente de casa de mis padres. Ya no había marcha atrás; hasta ahora siempre cabía, materialmente al menos, esa posibilidad. Ya no. La puerta se ha cerrado, yo no tengo llave y estoy de este lado.Ya solo cabe agarrar mi medio siglo y caminar hacia adelante. Hacia mañana. Ahora se trata de ser de cualquier parte o de buscar hogar concreto. De momento, iremos haciendo camino, y ya veremos donde nos empuja el viento.

Comentarios

  1. hola, esperemos que el viento no sople muy fuerte y te lleve muy lejos.
    Chao y un beso.

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