De jeringas y colas


Yo pensaba que se había terminado el suplicio de las inyecciones matinales en esta barriguita tan castigada por las agujas desde noviembre, pero tendremos que seguir, por lo menos, una semana más.
El trasvase a los anticoagulantes orales precisa de un período de ajuste en la dosis, que hace que además de la inyección haya que empezar a tomar la pastillita anticoagulante por las tardes. Si yo fuese la Bella Durmiente el príncipe no llegaría a tiempo de despertarme porque me hubiera desangrado en el momento de pincharme con el huso.
Espero que el índice de anticoagulación se recoloque en estos días, y poder abandonar la jeringuilla de una vez, porque esta barriguita torneada cuidada con tanto esmero ya es un lugar donde caben pocos pinchazos.
El comienzo del nuevo tratamiento supone además cambiar alguna medicación, y someterse a una serie de controles más frecuentes que los que tenía hasta ahora, por lo menos en la etapa inicial. Además supone tener que ir al hospital con más frecuencia hasta que me normalicen el rango y pueda incorporar este tema como una rutina más, pero de momento, me hipoteca días y quehaceres. La agenda debe ajustarse a esas mañanas pre-ocupadas en la consulta.
Esto supone incorporarse a otro mundo con sus propias reglas: las colas de la consulta de hematología tienen una autoregulación derivada de los usos y costumbres que te tienes que aprender. Tú llegas con tu papelito al mostrador de las citas, te abren ficha, y ahora debes esperar que la enfermera de la consulta te pida el papel, lo que hace cada cierto tiempo recogiendo los que haya pendientes. Pues bien, cuando te identificas ante los lugareños (porque siempre alguien pregunta: ¿es usted el último?) como el primero con papelito en espera, los que van llegando después te hacen portador del suyo, para que tú los entregues todos cuando los pidan y ellos despreocuparse por varios minutos. Hoy he ido de pardillo y los abuelos avezados en estas lides han disfrutado tutelando mi iniciación. Después de entregadas solo es cuestión de oír tu nombre por megafonía para iniciar el proceso de extracción de sangre, espera de análisis, entrevista con el médico, comunicación de resultado e indicación de la pauta terapéutica, lo que incluye el desmontaje de leyendas urbanas en torno al tratamiento.
Es curioso cómo, dependiendo de la especialidad médica, de si la consulta es de atención primaria, o de que estés en determinados servicios del hospital, las colas se autoregulan de maneras muy diversas. Hay que aprender nuevas reglas. ¿Tiene relación cada forma de organizar las colas con las patologías diversas que las generan? ¿Habrá escrito alguien un tratado sesudo sobre las colas sanitarias?... Creo que haría falta. Si no aprovecharé las mañanas perdidas en las esperas, para ir tomando datos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama