crónicas del patio

Para poner al día a los seguidores de las andanzas de la fauna del patio, diré que, constatando mi incapacidad para ser obedecido con una sola mirada y sin necesidad de realizar gestos adicionales, o expresar las órdenes verbalmente, el mirlo ha traído a su señora y sus niños a vivir al jardín; es decir, que ya no está de paso, sino que se ha adueñado de una parte del jardín (lo de una parte es para mi consuelo) y los niños -dos, de momento- campan, como es propio, a sus anchas, ignorando mi presencia o mis recomendaciones de cara a una convivencia pacífica y respetuosa. Estoy en franca minoría, y habrá que ver cómo replanteamos el tema, para que adquieran la clara conciencia de quién manda en este lugar.
Por otra parte, los controles anticoagulantes me sitúan en un rango aceptable por lo que seré derivado al centro de salud para proseguir las verificaciones, lo que es ventaja y, a la vez, inconveniente, pues los horarios de control aquí, rompen la mañana de forma más completa aún que en el hospital, que habían alcanzado una duración y situación horaria bastante cómoda. Es empezar la rutina que habré de seguir de por vida. Omito comentar el resto del estado de salud, porque hay quien se queja de que me quejo mucho cada vez que me lee.
Y, como no hay dos sin tres, mañana haré 16 años de cura, así que descansare del blog para dedicarlo a la meditación y a la revisión, que el tema lo merece, y poder llevar la solemnidad a la oración.

Comentarios

  1. Que cumplas muchos más, Fernando, que entre todos nos haremos cargo.

    Un fuerte abrazo.

    Fray Tinaja.

    PD: Por cierto, no es por desanimarte, pero dicen que los mirlos son sumamente territoriales y que no hay forma de desapegarlos de lo suyo así, con buenas palabras. O sea, que te veo sin poner los pies en el patio dentro de poco.

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  2. Felicidades Fernando, recuerdo que te seguí muy de cerca el día de tu ordenación, aunque entonces tú no lo supieras.

    Bss

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