Caritas in Veritate

Acabo de terminar la lectura de la introducción y del primer capítulo de la Encíclica nueva de Benedicto XVI. Así como la introducción es, a todas luces, alemana, y cuesta seguirla con atención para hacerlo en profundidad, el primer capítulo es de lectura más fácil y comprensible. De momento, como dice Eduardo Rojo, me siento a gusto en este traje. Veremos más adelante. Transcribo uno de los párrafos que me ha parecido bastante bueno:


19. Finalmente, la visión del desarrollo como vocación comporta que su centro sea la caridad. En la Encíclica Populorum progressio, Pablo VI señaló que las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material. Nos invitó a buscarlas en otras dimensiones del hombre. Ante todo, en la voluntad, que con frecuencia se desentiende de los deberes de la solidaridad. Después, en el pensamiento, que no siempre sabe orientar adecuadamente el deseo[fda1] . Por eso, para alcanzar el desarrollo hacen falta « pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo ».[1] Pero eso no es todo. El subdesarrollo tiene una causa más importante aún que la falta de pensamiento: es « la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos ».[2] Esta fraternidad, ¿podrán lograrla alguna vez los hombres por sí solos? La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos. La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad. Ésta nace de una vocación transcendente de Dios Padre, el primero que nos ha amado, y que nos ha enseñado mediante el Hijo lo que es la caridad fraterna. Pablo VI, presentando los diversos niveles del proceso de desarrollo del hombre, puso en lo más alto, después de haber mencionado la fe, « la unidad de la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres ».[3]
[1] Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 20: l.c., 267.
[2] Ibíd., 66: l.c., 289-290.
[3] Ibíd., 21: l.c., 267-268.

[fda1]Este planteamiento es el que está recogido en el Trabajo Humano Principio de Vida, Alfonso Alcaide (EDICE)

Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama