Sopa de pescado
Cuando la jornada transcurre, como la de hoy, en la concentración del trabajo, se agradece el encuentro personal que nos hace sentir otras dimensiones vitales, tan necesarias para la existencia como la sopa de pescado.
La sopa de pescado hoy es sacramento de encuentro humano, de relación fraterna, de sentir eclesial, de diálogo, de esperanza y de oración. El queso postrero, y los últimos coscorrones de pan mojado en aceite de oliva, han puesto un broche de oro al encuentro.
Nuestras jornadas comienzan en el rezo común y la Eucaristía, pero necesitan la sopa de pescado, el encuentro sosegado en la charla común, el sereno dejar pasar el tiempo sin buscar resultado en lo que haces, para poder hacer las completas: "En paz me acuesto, y en seguida me duermo..."
Son estos momentos personales los que van llenando de nombres el día y la vida. "Ahora, Señor, según tu promesa..."
Resulta increíble, pero ésta es la entrada más visitada del blog, con diferencia. Supongo que muchos de los que llegan aquí lo hacen buscando una receta, y se encuentran con una receta, pero no para hacer sopa, sino para vivir en serenidad.
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