DIA DE LA MUJER TRABAJADORA

Esta es la reflexión elaborada por la Coordinadora de Pastoral Obrera de Andalucía con motivo del 8 de Marzo

¿Cómo está afectando la situación actual de crisis a las mujeres?

El día 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Un día en el que recordamos aquel 8 de marzo de 1908, cuando 129 trabajadoras morían abrasadas en la fábrica “Cotton” de Nueva York, por defender sus derechos. La celebración de este día nos vincula de manera especial con la historia, la vida y la lucha de las mujeres en todo el mundo.

Es importante destacar los avances que en estos años se han producido en la defensa y el reconocimiento de los derechos de las mujeres, todo lo que las mujeres han aportado y aportan en la construcción de un mundo más justo. Pero hoy, sigue siendo necesario denunciar las desigualdades que viven y sufren muchas mujeres en nuestros barrios y pueblos, en nuestro mundo. La realidad de tantas mujeres a las que no se permite ocupar el lugar que realmente les corresponde, a las que en muchas ocasiones se recorta su participación a nivel político, económico, social, laboral. Mujeres víctimas de los malos tratos. Mujeres que han perdido incluso la vida a manos de sus compañeros. Especialmente recordamos a las mujeres del tercer mundo: cerca del 70% de los 1.300 millones de pobres son mujeres. La pobreza tiene rostro de mujer, joven, inmigrante y sin trabajo.

En el contexto actual de crisis económica el papel de la mujer está siendo decisivo. En estos momentos, el trabajo de la mujer ya no es sólo una ayuda al salario principal del marido. El empuje de las mujeres saca a flote a familias en crisis, dado que aunque la destrucción del empleo masculino ha sido mayor (la tasa de paro masculino por primera vez ha superado al femenino, según los datos de población activa), hay una realidad que no aparece en las estadísticas.

Esta situación deja en manos femeninas las riendas de la economía doméstica en miles de hogares. Ellas son las que salen a la calle ahora a buscar empleo, ingresando en las listas fundamentalmente del empleo sumergido, para poder llevar dinero a casa. A esto, hay que unir el ámbito del hogar, un trabajo doméstico imprescindible que está fuertemente desprestigiado; la mayoría de las mujeres asalariadas tienen que soportar una “doble jornada” (extradoméstica y doméstica); la atención a los pequeños, a los ancianos y a los enfermos sigue recayendo sobre ellas. La conciliación de la vida familiar y laboral se hace cada vez más difícil de mantener, porque el sistema productivo actual crea situaciones que hacen peligrar los valores de la vida familiar.

Esta no es la incorporación al mundo laboral que tantas mujeres han soñado a lo largo de la historia, porque no significa que la mujer mejore sus condiciones laborales. Estas condiciones laborales tenían muchas asignaturas pendientes, pero, además, las mujeres se han tenido que enfrentar ahora a nuevas situaciones. Entre otros problemas, se están viendo obligadas a tener que aceptar trabajos poco estables y cualificados, mal remunerados y, en muchas ocasiones, bajo la economía sumergida, dado que, si ella no mantiene a toda costa ese puesto laboral, dejaría de entrar dinero para sostener las necesidades familiares.

El sector más feminizado ha sido siempre el servicio doméstico, pero también en este tipo de empleo se han perdido puestos de trabajo. Según datos del INEM de diciembre de 2009, en el sector servicios, el paro femenino supera al masculino en casi un 30%. En el caso de personas sin empleo anterior, el 76% son mujeres.

Según datos de Cáritas Andalucía, la mayoría de las solicitudes familiares provienen de las mujeres, sobre todo en familias de mediana edad o mayores. Son ellas las que dan la cara para pedir prestaciones, ayudas y entrar en las bolsas de empleo. “Cuando hay hijos, la mujer toma la iniciativa en estos casos y acude adonde haya que acudir”.

Como seguidores y seguidoras de Jesús en medio del mundo obrero queremos vivir este 8 de marzo como una invitación a mirar lo que les pasa a las mujeres, sobre todo a las más pobres, como lo hace Dios, Padre y Madre: Con misericordia. Buscando la justicia que hace posible una vida digna.
“...protegiendo la vocación propia de la mujer, y al mismo tiempo reconocer su independencia cuanto persona y la igualdad de sus derechos a participar en la vida económica, social, cultural, política...” (Octogesima Adveniens, 13)

Hagamos que el significado de este día entre en nuestras casas, en nuestros barrios y pueblos, en los lugares de trabajo, allí donde nos movemos, en las instituciones sociales y políticas, en la Iglesia. Salgamos a la calle en esta jornada de lucha por la dignidad y la igualdad de las mujeres en todo el mundo a compartir desde la cercanía y la fraternidad los gozos y las fatigas de cada día, para construir nuevos caminos que hagan de este mundo un Reino lleno de justicia, libertad y amor para todas.

Mujer
que luchas, trabajas y amas,
descubre y aprovecha los caminos,
recoge las mañanas,
entierra los silencios,
desátate las manos,
rompe ya esas cadenas
que la vida es empinada
y a fuerza de subirla
se hace más humana.
Margarita Carrete de Tafur

Pistas para la reflexión:
Ante esta situación, os planteamos estas pequeñas pistas para profundizar personalmente o en equipo:
- ¿Conocemos hechos reales donde se esté haciendo presente la problemática de la que habla este documento? Refléjalo por escrito y coméntalo
- ¿Estamos haciendo todo lo posible en los ámbitos donde estamos presentes (centros de trabajo, barrio, asociaciones, sindicatos, partidos) por hacer valer a la persona por encima de su género, y por crear condiciones de igualdad y de respeto entre compañeras y compañeros?
- En nuestra Iglesia ¿Estamos dedicando el tiempo necesario para animar en las comunidades parroquiales, grupos, movimientos, etc., a que vayamos cambiando esas realidades más cercanas de desigualdad con las que nos encontramos día a día?

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