Deudas

El final de la jornada me suele alcanzar, por lo general a estas horas -esdrújulas- que diría Manolo, en el que ha habido pocos huecos para frenar. No hagan caso de la hora que figura en la entrada, y suménle dos horitas más.
Y cuando se juntan unos cuantos días así, se van acumulando las cosas; las hechas, porque el día da para mucho, y las pendientes porque no se han podido hacer. De estas últimas, por lo general, la razón de su pendencia es la necesidad de otra calma para realizarlas, distinta de la que se encuentra en el trajín cotidiano. Así que se terminan transformando en deudas, porque para ciertas cosas hay que tener tiempo y ganas y, lo que es más difícil, ambas cosas a la vez. Cuando llegan estas horas, posiblemente tenga tiempo... hasta que amanezca, pero es difícil sacar las ganas. Y cuando uno tiene ganas, el tiempo ha sido ocupado por otros quehaceres. Así que seguiremos debiendo comentarios de actualidad, la continuación del debate sobre el aborto con Manolo, reflexiones sobre hechos que van pasando, y más y más... Me quedo con la puesta de sol de la imagen, de momento. Pero no haya preocupación, que soy de los que pagan las deudas.

Comentarios

  1. Es verdad, Fernando. El blog no puede dejar de ser un placer, de modo que, si hay tiempo y ganas, bien y, si no, pues será otro rato.
    Un fuerte abrazo desde Sandy, Oregon (EE.UU.). Una ocasión más para comprobar el significado y los efectos de la incorporación de las tecnologías de las comunicaciones a nuestras vidas.

    ResponderEliminar
  2. Vaya, supongo que estás ejerciendo de padre de Elena por aquellos pagos, dispuesto a perderte la feria. Yo me la eprderé casi enters, igualmente, por otros quehaceres.
    El abrazo va de vuelta.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama