Intereses

Ha empezado a circular un correo por las Consejerías de la Junta de Andalucía con este texto:

¡¡ESTIMADOS COMPAÑEROS PASAD ESTE CORREO A TODOS VUESTROS CONTACTOS PARA QUE EL VIERNES NO FALTEMOS NINGUNO!!, DESDE ESTA CONSEJERIA ESTAMOS DISPUESTOS A ORGANIZAR CONCENTRACIONES PERIÓDICAS DESDE EL VIERNES... NO FALTEIS Y CORRED LA VOZ AL MENOS EN VUESTROS SERVICIOS.
VENID PROVISTOS DE PITOS y UTENSILIOS QUE HAGAN RUIDO.... PARA HACERNOS OÍR
SALUDOS....
"Desde los Servicios Centrales de las Consejerías, y sin mediación sindical alguna que quiera colgarse las medallas por organizar este tipo de concentraciones, se anima a todos los afectados por el próximo recorte salarial, a que secundéis un paro de diez minutos, repito solo diez, el próximo *viernes 28 de mayo*, a las *12.00 horas*,concentrándonos en las puertas de nuestros respectivos centros de trabajo, y adoptando las medidas que consideréis oportunas de cara a hacernos oír por la opinión pública, medios de comunicación,... por ejemplo, realizando cortes del tráfico en las inmediaciones, pitadas,..." Ya va siendo hora de que los funcionarios nos movilicemos por nosotros mismos, por nuestros legítimos intereses, sin que nos tengan que estar "empujando" esas organizaciones sindicales que "velan por nuestros derechos".
Me merece varias reflexiones.
Primera: nunca me he movilizado por dinero, por mi dinero, pues entendiendo que soportar el coste de la crisis con los sueldos de los funcionarios es una salida fácil del Gobierno, que nos afecta, siempre he entendido, también, que en este "mercado" de trabajo, la mera posibilidad de tener un trabajo fijo, y un sueldo asegurado, cuando muchas familias no pueden soñar en esas dos condiciones de trabajo, nos sitúa en un ámbito proclive a la insolidaridad con los más desfavorecidos. En consecuencia, no me voy a movilizar por defender mis "intereses".
Segunda: los intereses no son lo mismo que los derechos. Los intereses pueden ser legítimos, como dice el correo, pero pueden chocar con los derechos y-muchas veces- con las más elementales normas de solidaridad y justicia. Los intereses legítimos abarcan también a los de los especuladores, a los de los bancos, a los de quienes solo buscan su propio beneficio... Son intereses y son legítimos, pero no pueden invocar la misma protección jurídica de los derechos, dentro de los cuales también hay rangos. No es lo mismo la necesidad, que el derecho, que los intereses, o que los deseos. No confundamos. Los intereses por legítimos que sean no pueden convertirse en criterio y norma de actuación, porque no son derechos ni necesidades.
Tercera: La crisis no ha estallado con la publicación del Real Decreto-Ley del tijeretazo, y no he visto en estos dos, casi tres, años que llevamos, que los funcionarios se hayan movilizado solidariamente con los que llevan ese tiempo padeciendo de forma directa sus efectos. Y ello, insisto, teniendo claro que no puedo compartir la medida de recorte del gobierno, que podría encontrar otros caminos más "éticos" de reducción del gasto. A mí, sin moverme del ámbito de la Junta de Andalucía se me ocurren unas cuantas, de cierta envergadura.
Cuarta: Las víctimas más directas de esta situación, las primeras, no somos los funcionarios, sino los pensionistas, quienes están en situación de espera para las ayudas de la Ley de Dependencia, los desempleados de larga duración, los inmigrantes, las mujeres y los jóvenes que van a encontrar menos trabajo, de peor calidad, más precario... o que simplemente tardarán más en encontrarlo o no lo encontrarán, porque ya son "material sobrante". Por ellos sí estoy dispuesto a movilizarme. Porque no son "mis intereses", sino "sus derechos".
Quinta: La austeridad que esta situación reclama, debe alcanzar también a la vida personal de cada uno, no como consecuencia inevitable de la crisis, sino como actitud vital cuya incorporación a nuestro acervo moral, hubiera impedido llegar a donde hemos llegado. Tenemos que convencernos que los caminos transitados no conducen a la humanización y, por ello, desandarlos, y emprender caminos más humanos en nuestra vida personal y social, y en la construcción de la misma economía.
Sexta: Es recurso común en estas situaciones despotricar de las organizaciones sindicales, paniaguadas a través de innumerables, inciertas e insostenibles situaciones de subvencionamiento de una actividad que muchas veces es muy discutible, y con muchos ejemplos de sindicalistas pancistas. No lo puedo negar. Pero tampoco vale generalizar y cargar el desprecio sobre organizaciones en las que también abundan los hombres y mujeres sinceramente comprometidos con los derechos de los hombres y mujeres del mundo del trabajo, a costa incluso de sus propios "derechos". Habrá que exigirles que ocupen su lugar, jueguen su papel social, transparenten mucho más su honestidad institucional, y fijen la mirada y la perspectiva desde los últimos en los problemas que han de abordar. Quizá es hora de que muchos se replanteen la necesidad de estar en los sindicatos aportando eso que falta.
Séptima: Y cuanto se dice de los sindicatos, elevado a la enésima potencia habrá que predicarlo de la política, que necesita recuperar con suma urgencia una dignidad perdida que ninguno de los partidos actuales es capaz de devolverle: limitación de sueldos, gastos de representación, prebendas; limitación de permanencia en el desempeño de cargos públicos; responsabilidad penal de los implicados en tramas de corrupción... Igualmente, quizá es hora de retomar el compromiso político como cauce de servicio al bien común, aunque ello cueste dinero, tiempo, y muchos otros "intereses".
Octava: Nada de eso será posible sin recomponer un tejido social desaparecido, e incapaz de movilizarse más que por los propios y sectoriales intereses de cada uno. La democracia representativa es la menos mala de las formas políticas que nos hemos dado, pero paga su coste de desafección de los ciudadanos respecto de la cosa pública, cuando lo aleja, inevitablemente, del quehacer político, profesionaliza un servicio público como es el servicio político, y anatematiza la creación de una conciencia política no "institucionalizada". Esta es una tarea urgente.
Novena: Y, desde luego, nada de eso se podrá hacer si no recomponemos las prioridades de nuestra existencia desde unas claves de humanización y solidaridad más allá de los propios límites personales, familiares, gremiales, nacionales, de clase...

Comentarios

  1. La crisis nos sorprende a todos -es un decir esto de que nos sorprenda- encerrados en nuestra propia mezquindad. Pero es sobrecogedor observar la sinfonía perfecta de la mezquindad de los ricos -¿podremos volver a decir ya "del Capital" o habrá que seguir esperando todavía un poco más?-, su perfecto deslizamiento, la eficacia de sus "intereses" por el bálsamo ideológico con que nos han untado durante las últimas décadas. Nosotros, mezquinos también, pero, encima, con el chip caducado.

    Gracias por tus reflexiones, Fernando.

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  2. alvaro reis1/6/10, 10:32

    Magnífica reflexión.

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