Nueve modos de orar de Santo Domingo de Guzmán. Noveno modo


Este modo lo practicaba cuando viajaba de una parte a otra, de manera especial si se encontraba en un lugar solitario. Disfrutaba con sus meditaciones en su contemplación, y en ocasiones recordaba a sus socios por el camino:
- “Está escrito en Oseas: la llevaré a un lugar solitario y le hablaré al corazón” (Os 2, 14).
Por ello algunas veces se apartaba del compañero, adelantándose a él o, con más frecuencia, siguiéndolo de lejos. Y guardando la distancia oraba y caminaba, y se encendía en su meditación como el fuego (Sal 39, 4). Tenía de peculiar en tal oración que gesticulaba como si espantase chispas o moscas de la cara, y por esto se protegía con frecuencia con la señal de la cruz.
Los frailes llegaron al convencimiento de que, en este modo de oración, el santo alcanzó la inteligencia plena de la Sagrada Escritura y la entraña de las palabras divinas, una autoridad sorprendente para predicar con ardor, y una familiaridad secreta con el Espíritu Santo para conocer las cosas ocultas.

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