Ciudad cateta

Hace tiempo que vengo pensando lo mismo. El título de esta entrada ha sido motivo de desencuentro con algunos amigos a los que, finalmente, voy a tener que dar la razón: Sevilla es una ciudad cateta y provinciana, pagada de sí misma, que es lo que le ocurre a quienes no tienen fondo. Una ciudad, y con ella muchos de sus habitantes, que se queda en la cáscara de las cosas, pero que no profundiza del todo en ellas porque así evita el riesgo de tener que tomar partido y complicarse la existencia. Y si en esta vida hay algo malo de veras es ser neutro ante el "espesor de lo real".
En Sevilla te puedes encontrar la misma tarde a escasos quinientos metros de distancia la salida extradordinaria de la Virgen del Rosario -las razones de dicha salida procesional pueden ser bastante discutibles- y la macrocelebración de Halloween, (15.000 personas en la Cartuja) que -al menos en teoría- supone celebrar todo lo contrario. Habrá quien diga que es el sano pluralismo. ¡qué memez!
Te puedes encontrar como jerifalte de alguna cofradía al más sonoro sinverguenza público, o suscitando la general solidaridad al más injusto de los patronos; puedes encontrar cuidando el gallinero al más astuto de los zorros...
Pero en Sevilla eso no tiene problema. Blanco y negro, betis y sevilla, campo o playa, religión o fiestas paganas, no son más que las controversias superficiales en que gastar el tiempo, sin ahondar ni hacer sangre porque en nada de eso se pone la vida. Esa es la clave de esta ciudad: en nada pone la vida. Todo le da igual.
Por eso podrá encontrar una fiesta de halloween sin que se esté, por ello, de acuerdo con su significado, y al día siguiente verá atestado el cementerio, o a la gente acudir en masa a las misas de difuntos; en nada de eso pone la vida, y por lo tanto la contradicción no existe.
Se puede ser "capillita", religioso, sin ser cristiano; futbolero, sin ir al campo a ver los partidos; se puede ser político, sin ser honesto; se puede hablar de toros sin haber visto una corrida...
Esta es la ciudad en la que cuando el Señor pasa, Zaqueo se sube a las gradas de la catedral, pero no para verle a él, sino para grabar en vídeo un palio lejano. Total, al día siguiente se disfraza uno de bruja y sale a pedir caramelos, o a terminar el día de botellona: ¿trato o truco?

Comentarios

  1. Habría que ahondar más en las razones por las que los sevillanos tienen esos característicos defectos.
    Si uno viaja, aparte de ser menos cateto, puede ver que en todos sitios hay celebraciones y ocio, y de qué manera, sin influir sus características en el resto de las actitudes de los ciudadanos.
    En las celebraciones de ayer había gente de todo tipo e idología, tanto en una como en otra. Hay que respetar la forma en que la gente pasa su tiempo libre.
    Por último, los motivos de la procesión de ayer se pueden discutir, como todo en esta vida, pero por encima de todo se deben respetar.

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