SEÑOR, CONVIERTENOS EN SERVIDORES DE TU REINO

Señor, recorre nuestras calles y plazas,
porque nos hemos quedado sin profetas.
Si no, ¿quién hablará de la honradez
y de la humanidad sincera?
¿Quién cuidará de los enfermos?
¿Quién nos mostrará el amor del Padre?
Necesitamos oír el torrente de tu Espíritu
invitándonos a cambiar de vida,
porque el Reino de Dios está muy cerca.
Tan cerca que lo podemos tocar
y oímos sus palabras de vida.
Queremos experimentar
lo de los pescadores del lago y,
como ellos, preguntarnos:
¿Será verdad lo que dice este hombre?
¿Estará Dios tan cerca de nosotros?
¿Nos amará Dios tanto como cree Jesús?
¿De verdad podemos ser felices?
¿Nos sentaremos todos en una mesa
compartida?
¿De verdad los pobres y desgraciados
tienen salida?
Míranos, Señor, a los ojos.
Ayúdanos a fiarnos de ti.
Invítanos de nuevo:
“Venid, os hago pescadores de hombres”.
Empújanos a compartir tu misión,
a proclamar el Evangelio del Reino
y a curar las dolencias del pueblo.
Ven, Señor, a nuestras calles,
adéntrate en nuestra comunidad, y míranos.
Enciende en nosotros el fuego de tu Espíritu,
y despierta nuestros deseos de justicia
y de fraternidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama