La tablilla de Zacarías (2)

Hace tiempo (ver entrada ) que empecé a guardar silencio sobre bastantes temas, en un ejercicio de interiorización, perplejidad y necesidad de serenidad para abordarlos. De hecho hace ya tiempo que en este blog no volcaba reflexiones personales. Pensaba aguantar así hasta Pascua, pero más que haber visto la salvación de Dios, lo que me impulsa a soltar la lengua de nuevo es que no se puede permanecer impasible ante todo lo que pase, aunque no todo se comprenda o se acepte.


Las vísperas de la Semana Santa traen de nuevo las primeras salidas procesionales de hermandades en esta ciudad. Y con ello las primeras fotos, este año más buscadas, de políticos que acuden a salidas procesionales, levantás de pasos, figurar en las presidencias de las procesiones y otras actividades afines, ligadas a la parafernalia que conllevan estas actividades. Ya se pueden ver en la prensa algunas de esas fotos. Ya van a la caza de la hermandad, y éstas a la caza de esas presencias que las "prestigian". Nunca me ha gustado esa connivencia interesada entre los políticos y las hermandades, y además creo que hacen flaco, flaquísimo, favor a éstas en la fidelidad a lo que deben ser. Este año como es electoral, más lo veremos, y menos me gustará, y más me confirmará en la idea de cuanto debe aún cambiar ese mundo cofrade para acercarse de verdad al Evangelio. Mientras no se despojen de todo lo que supone buscar un prestigio social arrimándose al sol que más calienta, tendrán poco que ofrecer en esta coyuntura más allá de la devoción pasajera y superficial, y no es eso lo que la gente necesita.


Igual que un ayuntamiento que sigue subvencionando asociaciones que gastan en imagenes y procesiones sin estar reconocidas por la Iglesia y que funcionan al margen de ésta, o contra ésta en muchos casos pero que ha recortado el gasto social de manera llamativa, en medio de una situación de pobreza, precariedad y desempleo creciente.


Las hermandades deberían ser las primeras en rechazar esas presencias interesadas y recuperar su esencia. Y si no lo hacen, eso mismo les pasará factura a la larga. Volver estos días a oír la voz de los profetas que ha resonado a lo largo de la Cuaresma nos ayudaría a todos a despejar el camino.

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