Muy noble, folclórica, procesional, farandulera, desgobernada, sucia e incívica, ciudad de Sevilla


Hay ayuntamientos que van a dejar de recibir su parte en los ingresos del Estado, porque no han rendido las cuentas del 2010 todavía. Me parece excelente. La justificación, la transparencia y la información en la gestión de los recursos es más obligada en el caso de los organismos públicos que en ningún otro. Yo iría a más. Se lo retiraría a todo ayuntamiento que no prestara los servicios que debe prestar. Como dice el profeta, ¿por qué gastar en lo que no alimenta?

Ello además no quita que tanto ayuntamiento –en exceso- como tenemos sea revisable. ¿Son, de verdad, necesarios tantos entes locales como tenemos? ¿A qué obedece que cada grupo de casas tenga un ayuntamiento propio multiplicando gastos? ¿No es posible atender los servicios mancomunadamente o mediante otras formulas de eficacia, sin necesidad de tanto alcalde y concejal? Es para pensarlo. ¿Las Diputaciones Provinciales siguen siendo necesarias en su actual configuración? Porque si lo que se necesita es atender una serie de servicios públicos que los ayuntamientos pequeños no pueden sostener, con agrupar ayuntamientos, y transformar las diputaciones en meras agencias prestadoras de servicios públicos a lo mejor se puede solventar el problema, y ahorramos en innecesarios puestos políticos y en batallitas partidistas.

Al igual que podría reducirse el número de parlamentarios perfectamente, porque dado que no responden a un mandato que les haga directamente responsables ante su electorado, no podemos justificar el número de parlamentarios en función del número de habitantes. Habrá que poner la ratio en otras cuestiones. Y a lo mejor, entonces, con menos nos arreglamos.

La participación ciudadana en instancias sociales intermedias es absolutamente necesaria, para un correcto ejercicio de la actividad política. Y cuando abdicamos de esta responsabilidad, hacemos posible la partitocracia.

La política municipal (al menos la de mi ciudad) es un claro ejemplo de partidismo, de falta de eficacia, de alejamiento de la realidad, del autobombo… Uno se hace una foto junto a un bache, y al día siguiente le contesta el otro que lo habían visto antes. Mientras, el bache crece y crece…

Los más de cien días del nuevo ayuntamiento han aportado más bien poco, salvo alguna foto. Pero los más de cien días de la nueva oposición, si que no han aportado nada, más que su propia guerra: entre unos y otros los semáforos siguen estando tan mal regulados, con tan poco sentido común que termina uno harto de procesiones, que es el paso a que se puede circular en Sevilla (hasta ocho paradas en menos de un kilómetro, da igual que la calle sea de sentido único o no). La doble fila debe ser algo oculto para los policías locales, que pasan y no la ven. Si quieren yo les digo las calles donde desde que tengo uso de razón ha habido doble fila entorpeciendo el tráfico. Usar el autobús público sigue siendo algo impensable para llegar a la hora a los sitios. Por cierto ¿hay policía local en Sevilla fuera de la Plaza Nueva, o de los días de acontecimientos sociales? ¿Y de la otra? Yo les puedo indicar la botellona nocturna diaria que se hace en las puertas de la parroquia, o el trapicheo de droga delante de los niños que entran a la parroquia. Y cualquiera del barrio. Deben ser ellos los únicos que cuando pasan no lo ven. Los servicios sociales municipales siguen sin prestar un adecuado servicio en medio de esta crisis a tantas familias. Se siguen poniendo en marcha proyectos que no sirven a la persona, sino a la propia imagen… En fin…

Y a eso se añade que ese caldo de cultivo genera actitudes y comportamientos incívicos. Los sevillanos no sabemos convivir en el marco de unos mínimos sociales y comunitarios porque hemos tenido más desgobierno que gobierno. Es como los niños que crecen con “papás blandiblup”. Somos guarros, nuestra ciudad está sucia como nunca, los ciclistas se enseñorean de todo: de las zonas peatonales; circulan en contramano, cuando yo voy con el coche por mi sitio, además con prepotencia. Ellos por lo visto pueden estar por encima de las normas. Pasamos de normas y de respetos.

Corolario.

La política es una actividad tan noble, y tan necesitada de dignificación en nuestros días, que el único camino para hacerlo posible discurre por la senda que pone la actividad política al servicio del bien común de las personas y las sociedades. Y por eso mismo, liberarla de unos (políticos) y otras (políticas) es necesario para hacer posible que recupere su lugar. Y ello requiere no políticos al uso, sino ciudadanos dispuestos a servir al bien común, incluso a costa del propio.

Es necesario recuperar la dignidad de la actividad política, del servicio y del compromiso público.

Comentarios

  1. Desde luego... ¡¡¡Qué bien hablas, hijo mio!!! Si te presentaras a alcalde te votaba.
    Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices y eso que de política entiendo poco, pero hasta para mi está claro que nos sobran políticos...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama