No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
¿Dónde van los propósitos de enmienda?
ResponderEliminarFrancisco, supongo que esos propósitos los vamos dejando olvidados en un rinconcito hasta que florecen otra vez por un corto periodo de tiempo. No debería ser así, pero lo es. Quizás deberíamos quedarnos con lo poquito que conseguimos mejorar cada año y seguir intentando estos propósitos cada día. Por si no coincidimos de nuevo, le deseo un Feliz Año Nuevo.
ResponderEliminarCon permiso de Fernando, nuestro anfitrión, te invito a frecuentar mi casa en:
ResponderEliminarhttp://diasdeaplomo.blogspot.com/
Feliz Año Nuevo a todos.
Gracias, aunque debo reconocer que ya la había visitado e incluso dejado algún comentario. Ahora que tengo permiso, lo haré más a menudo. Un saludo
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