Bautismo de Jesús. APRENDIENDO DE TU BAUTISMO


Señor,
en tu búsqueda de identidad
y  aprendizaje de hijo
tuviste que desplazarte multitud de veces.
Y tanto impresionó este hecho a tus seguidores,
que en el primer relato
del primer evangelio
en el que se te hace presente,
el desplazamiento es leit-motiv,
sugerencia reiterada para conocerte.

Aceptaste, realizaste y viviste
un desplazamiento geográfico,
de Nazaret al Jordán;
un desplazamiento social,
del anonimato de la vida privada
a iniciar una vida pública junto a los demás;
un desplazamiento político,
de la participación pasiva
en la esperanza bíblica de tu pueblo,
a ser factor de ella para el mundo entero;
un desplazamiento espiritual,
pues te bautizaste con agua
antes de bautizar con Espíritu,
y aceptaste al precursor
siendo Tú el esperado y anunciado;
un desplazamiento personal,
de ser Hijo de Dios y habitar en su reino
a mezclarte con los pecadores de todos los tiempos...

¿Y qué es el bautismo que nos ofreces
sino la posibilidad de desplazarnos
para descubrir,
aceptar,
realizar
y vivir
nuestra propia identidad?

Ojala, los pasos que demos
en esta tierra y en este tiempo
sean prosiguiendo tus huellas;
y las palabras que escuchemos en lo alto
-en lo profundo, íntimo y secreto-
al estar ya por siempre los cielos abiertos,
sean las que Tú escuchaste en tu bautismo:
“Tú eres mi hijo amado.
En ti me complazco”.
  Florentino Ulibarri

Comentarios

  1. Pues a pesar del ejemplo que vemos en ti, Señor, de esa itinerancia, ese incesante camino, los que nos creemos cristianos queremos vivir adocenados en la religiosidad de la quietud, de la estancia segura y sin altibajos. En el Camino está la Verdad y la Vida, lo hemos oído mil veces y leído otras tantas, pero lo nuestro es acomodo aburguesado. Que yo acepte, Señor tu voluntad para que camine siempre hacia tu encuentro, hacia los destinos que tú me propongas, a donde el otro.

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