No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Yo prefiero tener alguien con quien hablar antes de tener muchísimas de estas cosas. Eso sí, si me quedo sin portátil, no podría hablar con vosotros...
ResponderEliminarEs verdad que nos estamos acostumbrando a comprar mil cosas que en realidad no nos hacen falta. Se puede ser feliz con muy poco material. Lo importante es tener alguien a quien amar, con quien compartir tus cosas...
Me suena a una vieja canción de mi lejana infancia: todos queremos más. Ahora he dejado de tener tanto interés por las cosas materiales: hoy estoy gozando enormemente con el inicio de recuperación de mi hijo Carlos y con una fotografía que me ha enviado mi nuera de mi segundo nieto, Alejandro. Para colmo, esta tarde vienen a merendar a casa. ¡Quién da más!
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