Medias verdades son mentiras enteras

Las opciones económicas siempre son opciones ideológicas. Desde qué y donde compramos, si damos una cuota a una organización determinada o no, o nos suscribimos a un periódico o a otro; en qué gastamos el dinero, o en qué banco lo depositamos, o de dónde recortamos cuando no llegamos. Eso es así en la microeconomía de cada persona y cada casa, y en la macroeconomía de las cuentas de los Estados. Decir que los recortes y ajustes que estamos sufriendo son la única manera de salir de la crisis es, por tanto, simplemente, una mentira, porque es una media verdad; es la única manera de hacerlo (aunque parece que ni siquiera en ese contexto hay acuerdo unánime) en un contexto ideológico concreto, el del neoliberalismo, pero no en todos los contextos, ni desde todos los pensamientos.

La opción del decrecimiento -que yo creo que es necesaria- en cuanto al gasto y al consumo, puede ir por otros caminos distintos, de ajuste, de recorte, que afecten a otros gastos y políticas distintas. No es lo mismo reducir el sueldo de los cargos políticos, a veces desmesurado y duplicado, que reducir el salario de un trabajador mileurista. No es lo mismo incrementar el tipo del IRPF a las rentas del trabajo que hacerlo a las rentas del capital. No es lo mismo incrementar el IVA que, de forma indiscriminada y sin tener en cuenta las necesidades afecta a todos, que incrementar impuestos especiales, impuestos sobre los beneficios de las empresas, o establecer una más que reclamada -hasta por la Iglesia- tasa sobre las transacciones financieras.

No es lo mismo eliminar gastos suntuarios de las Administraciones Públicas y reducir su gasto corriente, que atacar los sueldos, y las pensiones, y las prestaciones sociales. No es lo mismo construir obras públicas faraónicas innecesarias y que están muertas de risa, sin utilidad alguna, pero que han generado bolsas de corrupción, que invertir en el bien común y en la creación de bienes, servicios y empleo.

No es lo mismo seguir apostando por políticas energéticas sostenibles que mantener una hiperdependencia de combustibles fósiles. No es lo mismo pagar por la luz que consumimos, que pagar sueldos astronómicos a los ex-presidentes del gobierno que han recalado como asesores de los grandes emporios energéticos

No es lo mismo establecer tasas por la prestación de determinados servicios públicos -no por los básicos y esenciales- que perseguir el fraude fiscal, especialmente de las grandes fortunas. No es lo mismo amnistiar fiscalmente a los ricos, que gravar las operaciones cotidianas de la población en cuantías que harán difícil llegar -aún más- a final de mes.

No es lo mismo invertir que gastar, y el recorte que se aplica a ambas no es igual, por tanto. No es lo mismo abaratar despidos y reducir prestaciones de desempleo y cotizaciones sociales, que crear empleo y asegurar las cotizaciones sociales que sustentan un sistema de seguridad social como el nuestro. No es lo mismo reducir en sanidad y educación que en federaciones deportivas o en partidos políticos. No es lo mismo reducir en servicios sociales que en el número de cargos públicos, o de entidades financieras.

Por tanto, que no nos la cuelen. Esta no es la única forma de salir de la crisis. Hay otras. Se pueden plantear con realismo otros caminos. Si se toman estos es por la ideología que hay detrás. Una ideología que se muestra cada vez más contraria al Evangelio. Pero para plantearse otros caminos hay que querer.

Y no se puede querer cuando el individualismo que como matriz cultural sostiene el edificio no está diciendo que cada palo tiene que aguantar su vela, y que los parados estafan, y que no quieren trabajar, y que hay economía sumergida, y que... existiendo seguro casos en los que es así, -pero siendo mentira la generalización- lo que se llega a justificar es lo innecesario de lo colectivo, de lo social, de lo justo.

No es lo mismo trabajar para vivir que vivir para trabajar, y no es lo mismo trabajar más por menos que trabajar menos para trabajar todos.

A lo mejor el calor nos tiene amodorrados. Va siendo hora de despertarnos.

Comentarios

  1. Pues va a ser que no... No es lo mismo.

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  2. Vienen siendo tantas las mentiras, que pareciera un collar de falsedades engarzadas como con cuentas del tamaño de melones; algo imposible de llevar al cuello. Y lo más sangrante es ese grupo parlamentario aplaudiendo y hasta insultando a los perjudicados con las medidas.

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