¿Cómo sabemos que existe Dios?

Mi sobrina Natalia, que tiene doce años, le hizo el otro día esta pregunta a su profesora de religión en un colegio religioso concertado. Ignoro si la profesora era seglar o religiosa, supongo que era seglar, aunque esto es irrelevante.
A la pregunta, la profesora le respondió con un rapapolvo público por hacer esa pregunta absurda, impropia de una niña que ya ha hecho la primera comunión. Pero no le respondió a lo que le preguntaba. Se quedó sin respuesta y burlada.
Al margen de lo que me parezca pedagógicamente la actitud de la profesora -que bien podía ganarse el pan escardando remolacha-, que una profesora de religión no responda a cualquier pregunta directa, aunque sea con un "no lo sé", es impropio de la docente, y, en este caso, además, de la asignatura que enseña. La duda es consustancial a la fe. Los creyentes somos buscadores, así que la pregunta de mi sobrina es la obligada en cualquier creyente en muchos momentos de su vida. 
Podía -y debía- haber contestado de muchas formas, pero no lo hizo. Espero encontrármela algún día, y decirle, cara a cara, que mi convicción es que ella no lo sabe porque no lo ha encontrado, no se ha encontrado con él, no lo ha buscado, y no sabe si existe y le da igual. Si no, no hubiera desechado esa inquietud de forma tan estúpida.

Natalia: Me alegro que te preguntes. Siempre hay que preguntarse por las cosas. Dejar de hacerse preguntas es dejar de vivir. 
Yo no sé si te voy a contestar a la pregunta. Mejor dicho, no sé si voy a ser capaz de explicártelo de forma que lo entiendas. Saber que Dios existe no es algo del cerebro, no es algo intelectual, no es algo que pensamos. ¿Cómo sabes que papá y mamá, o los titos y las primas, te queremos? Porque lo experimentas. Porque aunque haga tiempo que no te vemos, te recibimos a besos y con abrazos. Porque nos preocupas, porque nuestra vida está llena de sentido cuando podemos ayudarte y hacerte sentir querida. Y tú notas ese cariño, ¿verdad? Sabes que te queremos. 
Con Dios es igual. Sabemos que existe, porque experimentamos su amor. Sabemos que nos quiere siempre, hagamos lo que hagamos. Se desvive por nosotros. Porque lo experimentamos en nuestra vida. Sentimos que nos regala la vida. Cada mañana cuando nos despertamos, la posibilidad de vivir otro día es su amor. Cada mañana, sentir que pertenecemos a una familia, que nos quiere, y nos cuida, y nos ayuda a crecer, es un regalo de su amor. Poder vivir nuestra vida con los otros -los amigos y compañeros del colegio- es un regalo de su amor.
¿Tú te has quedado extasiada alguna vez con un paisaje, con una música, con una puesta de sol, con un amanecer, con un paseo por el bosque, con unos pájaros, con la lluvia, con la brisa del mar? En esa belleza uno puede sentir que está Dios.
¿Tú has sentido alguna vez que algo era injusto, y que te rebelabas contra esa injusticia y te gustaría cambiar las cosas? En esa indignación está Dios.
La vida, la salud, la comida, el trabajo, la familia, el descanso, son un regalo; incluso cuando estamos débiles o enfermos, podemos experimentar su amor. Cuando alguien nos abraza, es Dios que nos abraza.
Pero eso solo se puede experimentar amando a los demás.

San Juan, que fue muy amigo de Jesús, nos dejó escrito que Dios es amor, y solo amando y ayudando a los demás, gratuitamente, podemos conocerlo, porque si somos capaces de amar es porque Él nos ha amado primero a nosotros. ¿Cómo podemos saber que Dios existe? ¿Cómo podemos sentir su amor? Inténtalo amando y ayudando a los demás. Buscando siempre la felicidad de todos los que te rodean. A lo mejor, por ese camino, llegas a encontrarte con él, cara  a cara. Y entonces, sabrás que Dios existe. A lo mejor te lleva toda la vida esa tarea, pero no hay prisa. 

Y si tienes más preguntas, hazlas, siempre, hasta que encuentres las respuestas. Yo te daré las que pueda.

Buenas noches corazón, un beso del tito.

Comentarios

  1. María José1/10/12, 1:06

    Me he quedado alucinada. Afortunadamente, tu sobrina cuenta contigo y una familia que la quiere y que sabrá guiarla y ayudarla en todo lo que necesite y quiera saber. Creo que hay que rezar por la profesora, por su fe, para que se plantee o replantee su trabajo, y para que no tenga ese concepto de autoridad mal concebida que le hace censurar las preguntas en lugar de valorarlas y fomentarlas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que no se trata de "concepto de autoridad", sino de soberbia porque no sabía responder a la niña y se sintió herida en su orgullo. "Si no sois como niños..."

      Eliminar
  2. Yo no sé demostrar la existencia de Dios, pero Él sí me demuestra cada día que le debo mi existencia. Si no miras no lo ves, pero si quieres ver, está de continuo en cada acontecimiento desde que me despierto hasta que me acuesto. La lectura de esta página tuya es es testimonio de su existencia y de cómo se preocupa por mi formación hasta los últimos días. ¡Gracias Fernando!

    ResponderEliminar
  3. Bueno... No sé si yo hubiese contestado tan bien como lo has hecho tu, pero lo que si es seguro es que algo le hubiese dicho. No se puede dejar una pregunta sin respuesta, una inquietud sin resolver. El "No lo sé" tampoco me hubiese servido. Cuando no sé algo, lo pregunto y me entero antes de contestar. ¿Sabes? Una vez Belén me hizo una pregunta parecida, me preguntó que cómo era posible que Dios fuese a la vez tres personas diferentes y que a la vez eran la misma.Intenté contestarle poniéndome a su nivel (tenia 5 años) pero no me entendía, así que recurri a la autoridad superior... Le dije: "Esta tarde se lo preguntamos a Alfredo" Y se lo explicó con una naranja (a mi nunca se me hubiese ocurrido) Pero no la dejé sin respuesta.

    ResponderEliminar
  4. muuchas gracias tito, me ha gustado mucho mucho mucho
    muchas gracias de verdad! te quiero mucho!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama