Hermano mío, Hermana mía

Hermano mío que estás aquí al lado,
hermana mía con quien comparto, seguro, la tierra que pisamos:
No es mucho, pero es lo esencial.

Respetado sea tu nombre, en todas las lenguas del mundo.
Hagamos juntos una tierra que no explote a nadie;
Que a nadie deje en la cuneta.

Una tierra en la que todo aquello que es un regalo,
el agua, el alimento, el aire, el suelo...
esté en las manos de todos;
porque así el reino del Padre irá viniendo.

Que nuestro pan, hermano, sea el de hoy,
y si hoy, alguno no tiene pan, que llame a la puerta del otro,
tal vez nos quedemos con el estómago medio vacío,
pero nunca con el corazón reseco.

Y perdóname si en algun momento
todo esto se me olvida,
y pienso que nuestro Padre es sólo mío.
Perdóname y ayúdame.

Recuérdame, entonces, que el dolor del mundo es también mío,
y si yo voy diciendo que mi Padre es nuestro,
no puedo volver los ojos a las necesidades del otro.
Este pacto debe ser mutuo: "Hoy por ti, mañana por mí".

De esta forma podremos construir un mundo nuevo.
Porque la forma de acabar con el mal de nuestro mundo
es compartiendo la vida, las cualidades y los bienes,
y entendiendo que todos somos hermanos.

Comentarios

  1. Santificado sea tu Nombre por siempre, Señor
    Venga a nosotros tu Reino.

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  2. Precioso este pan nuestro del amor.

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